SIN TÍTULO, CON SABOR A CAFÉ
Marianné Rivera
Hoy me levanté temprano dispuesta a escribir, preparé en la cafetera el aromático y delicioso café traído de Veracruz que tanto me gusta y encendí la computadora. Minutos después servía en mi taza preferida la mezcla perfecta de crema con azúcar, dándole un toque especial a la cafeína recién preparada; la música de Adele, la famosa cantante británica, sonaba a través de mis inseparables audífonos rojos que siempre ayudan a concentrarme. Aunque esta vez, debo confesar, la estrategia no funcionó; respiré profundamente y tomé un sorbo de café, mis dedos permanecían estáticos sobre el teclado esperando la iluminación surgiera y las ideas se asomaran para iniciar mi escrito de hoy, pero al parecer el cerebro había sido secuestrado por las terribles noticias escuchadas mientras me bañaba, la inspiración desapareció al igual que las palabras, solo Adele seguía en mi cabeza con su potente y hermosa voz. No era para menos, había visto en el noticiero matutino la ola de violencia en Estados Unidos, derivada de la muerte de una persona a manos o mejor dicho, a rodillas de unos policías en un lamentable acto de racismo. Además, la amenaza del COVID-19 y un nuevo brote por las protestas multitudinarias en ese país y, en la Ciudad de México el coronavirus está rebasando la capacidad de las instituciones.
Pasan los minutos, sigo sin teclear palabra alguna, solo puedo pensar cómo en este momento la realidad supera a la fantasía; las noticias muestran hoy un mundo bipolar y trastornado, por una parte, la población intenta luchar contra la injusticia de los hombres con poder y defender sus ideales, además deben hacer frente al coronavirus que, probablemente aumentará el número de contagios y muertes por las marchas.
Por otro lado, en mi país, México, la población se encuentra absorta, ensimismada, tratando de sobrevivir al COVID-19 al mantener la sana distancia, sumergidos y enfrascados en una situación que nunca pensaron vivir, todo ha cambiado, incluso ahora el aire huele a dolor, para muchos llegó el momento de partir pues es inevitable después de contagiarse; para otros, solo queda sumirse en el trágico silencio prevaleciente en los hospitales. Hoy, los seres amados se encuentran atrapados en el espacio donde los gritos desesperados no pueden ser escuchados.
Al final del día, quedan cuerpos sin vida y el sufrimiento de familiares devastados por la frase: “Lo sentimos mucho”. El dolor se transforma en impotencia, el odio se fortalece y el rencor se incrusta en la piel del ser afligido cual sanguijuela succionando y envenena la razón; ahora, todo lo bueno parece extinto.
La realidad es una horrible pesadilla, renaces día a día sin surgir, vives sin existir, mueres antes de luchar, ¿acaso este es el destino de la humanidad?
Hago una pausa, tomo otro sorbo de café, considero terminar este escrito y dejando la depresión nuble mi vida y me haga sentir el ser más miserable de la tierra, ¡pero no puedo! esta situación no es un sádico designio que debamos cumplir categóricamente.
El ser humano es más que caos, es la energía brillando con intensidad en los momentos de absoluta oscuridad, se apasiona y es capaz de transmitir serenidad y esperanza a los demás. Llegó el momento de emerger y construir nuevos pensamientos ayudando a crear el impulso que se requiere para controlar el miedo colectivo desatado.
No destruyas tu fe y, tampoco te pierdas en la locura de alguien más, crea tu mundo y aférrate a él, cuídate y sueña, es un modo para evitar caer en el abismo de la depresión.
Otro sorbo de café, acaricio la taza y pienso: hoy no puedo escribir, el cerebro sigue secuestrado y la musa se desvaneció, quizá otro día, ahora solo voy a cerrar los ojos y disfrutar de la maravillosa voz de Adele para evitar pensar en la oscura realidad y deleitar mi paladar con el mágico sabor a café.







(Toluca, México. 1977) Trabajadora Social por profesión y escritora por convicción. Autora del libro «Una horMONA extraordinaria ¿Quién? ¿Yo? Las mujeres somos maravillosas ¿por qué no lo creemos?» 2014. Coautora del libro «Nosotros también nos acordamos» de la escritora Margo Glantz, publicado por la Universidad Autónoma del Estado de México, 2015. Colaboradora en la revista electrónica “Contraportada El Dossier Ciudadano”, Toluca, Estado de México. Conferencista en temas relacionados con el desarrollo personal.
Por un lado, percibo agobio y desconsuelo de un alma encerrada, la cual es interpelada por los acontecimientos del mundo exterior. Sin embargo, por otro lado, encuentro trasmutación y liberación al decidir poner en pausa las responsabilidades para disfrutar el aroma y el sabor del café, mientras se escucha de fondo Adele.
¡¡Muchas gracias por tú comentario Taty!! Así es a veces la realidad nos agobia a tal punto que es necesario darnos tiempo para disfrutar de los buenos momentos… Una deliciosa taza de café y hermosa música, instantes mágicos que ayudan a ver lo mejor de la vida!! Te mando un abrazo con mucho cariño!!