Recorriendo los senderos por donde discurre la vida, he arribado a un hermoso paraje que atrae mis sentimientos por la sublimidad de sus habitantes y el espíritu inconforme de cada uno de ellos que siempre propende a lograr más, sin llevarse a nadie por delante en su meta por llegar el éxito, incluso, tratan de darle la mano al rezagado para que se aúne coadyuvando en el mejoramiento de la población multiétnica que nos acompaña.
Hablo del Colectivo Papel y Lápiz que nos lleva a un viaje por la Literatura, desde la hermosa pluma del maestro autor de “Mi Poema”, hasta los coqueteos de interminables latigazos de esperanzas impregnados en el virginal papel en blanco de nuestro pintor de cabecera, quien va aplicando trazos mientras discurre la poesía para mostrarnos al final de cada intervención del escritor invitado, la vida y el alma del homenajeado ese día.
A Papel y Lápiz lo comparo con un viaje efectuado a Buenaventura saliendo desde Cali, en donde a la margen izquierda de la carretera bajaba caudaloso el río Dagua; se había sonado el encuentro de oro en sus aguas, en mi ida un puñado de tímidos colonos se apilonaban en busca del precioso metal, pero en pocos días la noticia se regó como pólvora en fiesta de patrono y a mi regreso el tímido era el rio, que se confundía con el maremágnum ansioso por encontrar su veta eluvial en el premiado afluente vallecaucano.
Así es Papel y Lápiz, un puñado de escritores quijotes de ayer, adalides de hoy al mando del maestro Aaron Parodi culpable de esta invasión excelsa. Se ha fundado una hermandad que, entre la erudición, la contundencia, las descomplicadas conversaciones y hasta la belleza de sus mujeres amerindias, nos atraviesa un río de libros, hasta nos darnos el lujo de tener Santa propia.
Cada habitante de este pueblo perdido entre el Cabo de la Vela y Rumichaca, allende de las fronteras pasando por la Sierra Nevada, los Montes de María, la Sierra Flor o un planchón halado por una guaya que nos conduce al otro lado del río, desborda su intelecto en bien de esta comunidad haciendo expansiva con efectos colaterales que día a día notamos cómo crece y crece con la llegada de más miembros al Colectivo, quienes siguen encontrando el tan anhelado metal áureo del que hablaban en la Leyenda del Dorado.
Solo me resta decir parafraseando algo que escuché en un encuentro de escritores perdido en el tiempo: “Bienvenidos a este encuentro de Locos Sublimes”.