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BRISA IMPETUOSA

Yennilyn Lara

 

Delirios

 Mi alma tiene sed frente al oasis de un desierto,

El invierno es caluroso en medio de un otoño primaveral,

Arenas de una playa olvidada simulan el color de la noche,

¿Y mis pesares? No han emigrado hacia bosques de ensueños.

 

Las olas apuntan al alba de un diciembre en penumbra,

Podría Dios aniquilar el mundo y sobrevivir al siniestro,

Las nubes absorben mis lágrimas y luego, llueve ceniza.

¡Han pasado cosas que solo en la imaginación de un poeta suceden!

¿Y mi tristeza? Me espera desnuda para ser acariciada por mi escasa cordura.

 

Contemplo mi cadáver en un féretro de cartón,

En un sepulcro lamentado por fantasmas en pena,

Han resucitado suicidas para hablar de su hazaña.

Frente a la ventana de mi habitación,

Embriago todos mis sentidos,

Alejandra Pizarnik me lee su último escrito,

Todo puede suceder en el alma de un poeta.

 

 

Soledad

Los suicidas no dejaron entre letras sus trémulos suspiros,

La cerveza no embriagó a nadie aquella noche,

El alma no vibró en el vacío del cuerpo.

 

La vida partió en el último autobús,

Su silbato no fue escuchado,

Solo sus ruedas marcaron el barro.

La belleza y la juventud abandonaron todos los rincones,

Se quebraron los espejos, no había quien se mirara en ellos.

El rumbo del autobús no se conoció jamás,

Ninguna necrópolis conservó el cadáver de lo que fue mi vida.

 

El silbido del viento resonó en vano,

Las expresiones eran de mimos frustrados,

Los gestos eran inentendibles y los ojos estaban ciegos,

Sin vendas de seda.

 

El autobús regresó solo, y mudo,

La primavera no fue en honor a su llegada,

flores desprendidas de las ramas,

Adornaron la coraza de ese autobús sin conductor.

 

 

Brisa impetuosa

En aparente calma te contemplo,

Atestadas están tus calles.

Se desprende del asfalto un fogaje infernal,

Se adentra a mi cuerpo,

Como fiebres crepusculares.

 

Camino andariega sobre las larvas de un volcán,

Donde yacen mis raíces el viento es caliginoso,

Mi ombligo está enlazado a su tierra fértil,

En los surcos de mis manos figuran sus heredades.

 

Cerca de la vieja catedral,

Las palomas aletean sobre transeúntes.

Resuenan en mis oídos balbuceos inentendibles,

Entre la brisa calurosa…

Se detienen los péndulos de mi reloj imaginario,

La capital Sinuana proclama la noche bajo una leve aura fogosa.

 

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3 comentarios en «Brisa impetuosa»

  1. YENNILYN LARA Te felicito por tu poesía que al leerla se siente inmerso en una atmósfera muy especial llena de matices que hacen vibrar con la musicalidad y ritmo que transmite. Un fuerte abrazo.

Responder a Irene TapiasCancelar respuesta