Carta para la señora del cementerio
Señora, no se lamente.
Muertos, terminamos siendo solo una ubicación geográfica más, nos convertimos en un templo de nostalgias, en un papel que describe a la ligera nuestros últimos pasos, terminamos siendo, un sentimiento inamovible. ¡Imagínese lo gloriosos que somos con todo y lo protocolario que es morir! Supongo que no sabe cuántos requisitos son los necesarios. ¿Es por eso que llora? Nos han dicho que hay quienes quieren aprender a vivir, muriendo, pero ese no es el orden sería un castigo antes que un premio. Mejor espere.
La condición de muertos o el “suceso de la muerte” (como me han corregido para sonar más humano), extrañamente nos despierta la empatía que nos hace falta de vivos, como si durante la vida tuviéramos la libertad de faltarnos el respeto y de repente, al morir, nos honran, nos honramos, digo, porque aquí, no somos como antes. ¿Usted llora porque cree que acá no tenemos casa o qué? ¿O porque siente culpa de algo?
Creo que es culpa mía, mi señora. Si quiere, la próxima hablamos de eso. ¡Así que por ahora, márchese a su casa, riegue el jardín, cante en la ducha, ame a diario, viva y deje vivir!
Luego entenderá los detalles.
Sonia, ¡felicitaciones! me encantó tu Silencio bien descrito y también Nací en un pueblo muy cerquita al tuyo. Qué buen punto de visión tienes.
Muchas gracias por tus palabras Nidia. ¡Un abrazo!
Hola Sonia me encanto silencio, tan necesario es el silencio que evoca voces que dialogan con nuestro yo interno… un abrazo