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LAS MUJERES QUE DICEN CANTAR

Alberto Bejarano

 

En Ana Cristina Cesar

En la radio al amanecer
G L O S O L A L I A S
Decía no saber sí era poeta:
por las laderas de Lapa arrumaba cordeles
entre los `butecos` y el `bonde`
vagaba con sus firmas:
“jardines extremos de esa ausencia”

Traducía en las tardes la palabra BRASIL salida de un poema
de
EMILIE DICKINSON
sin saberlo era una neo-brasileña:

olvidaba pasados ajenos
Escribía una correspondencia imaginaria con Katherine Mansfield
se hacía antropófaga
se repetía
se repetía
se repetía
no aprendía a ser taquígrafa:
Era toda mimeógrafo:
– ¿Escuchas el sonido? ¿te manchas con la tinta? ¿con todo el cuerpo?

Perforaba cada palabra dedo a dedo
el rodillo se deslizaba
hasta que nacía el poema.

 

 

Para el cuerpo del bailarín…

Bailar después de perderlo todo en un casino
dar-pasos-en-falso:
volver a perder
no-retocarse en el baño
Imponer el silencio:
Fugas, free jazz, noir desir:
Vientos, tiempos, muertos:
Aprendí a nadar, a bucear, a naufragar
demasiado tarde y sin salir del puerto,
tatareando sones de la Chavela
“ay quien fuera…”.

Soy el que encalla sin saberlo
voila un verbe: encallar
uno que no se esconde tras bambalinas
uno transparente como el tiempo
embarrado.

Me hice epicureista por puro deseo
No por Descarte(s)
Wild(e):
llegué a Brasil por el río
de tumbas, de almas, de caucheros ciegos:
LEÍ EL MANIFIESTO ANTROPOFÁGO
De arriba abajo, me lo aprendí
hasta que me salieron ampollas en los dedos.


El fantasma de uno mismo se apresura a no verse en el espejo
al borde el silencio
hueco
pareciera abismal en sus linderos
al filo del cuerpo mudo
es el incesante ronroneo
despojo de nuestra sombra
mortales que somos.


Amo a una poetapintora
Ella lee a José Manuel Arango
Le da vueltas a sus montañas como signos
Recoge piedras en los caminos
Pellizca verdores en los sin-sabores.

 

 

Aureliano conversaba con Melquiades


Los RÍOS de Colombia
más profundos que el MAR
cargan muertos a cuestas
raudales de osamentas
humaredas


Descendemos del horror como otros de
barcos
La vida pende de un hilo:
no morimos de pie
no flotamos
somos fosas
comunes
a m b u l a n t e s.


Melquiades le hablaba a Aureliano
de las mulas embarradas
muertas de hambre.
Al oído acaso le habrá dicho:
La poesía cabalga entre muertos
que no espectros.

 

 

I’m not a Rolling stone anymore


Blues de Saint-Denis
un pueblo me cubre la espalda
se achucharran los godos.
Sin jazz no hay ruta
You know
me lo dice un baudolino azul que lee
El perseguidor en el Metro.


No jazz-no future,
la quimera del oro no pasa por aquí
solo hay una soul-solution.


Entrada la noche
Tom Waits recogió un par de colillas
destapó al amanecer una soda
y se fue a dormir
(solo o acompañado, da lo mismo)
no sin antes componer
una nueva canción
a la que llamó sin más :
Time, Time, Time.

 

 

Alumbra-miento II

(Para Álvaro Rodríguez)

Volver es irse otra vez
caminando de espaldas
con o sin cruz.
Es como
o casi como
escribir un poema deshojado:


Mejor sigue leyendo a Álvaro:
Y
No des tantas vueltas
Inútil-es
apaga las velas
quema tus naves.

 

 

Con Anaïs Nin

Sacan al viento páginas al azar
Vientos de artificio
Dos almas
t®apean t®ipean trompean tropiquean
no hay medida por medida
repelen las bóvedas cortejos alambradas
Presente sin adverbios
en la heladera fregadero tendedero.

 

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1 comentario en «Las mujeres que dicen cantar»

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