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FUE LA DISTANCIA

Frai Sabournin Osorio

Fue la distancia, sí, ella se armó de fatalidad, se vistió con ironía, calzó sus pies con botas de mil leguas, maquilló su hermoso y raro rostro con los colores de una cultura diferente pero tremendamente cautivadora y como sacado de la leyenda hizo maravillas para recoger sus rizados cabellos con un hilo rojo.

Abrazados por una suerte descarada, concentrada, loca por momentos y fatídicamente corta; la dicha nos duró solo un fin de semana.

Ya lo anuncié, fue la distancia, ella no se hizo esperar, pícara como suele ser, acortó los momentos aunque no pudo restarles emoción ni complicidad, no pudo barrer bajo la alfombra las imágenes, las palabras que allí se combinaron como hermosa y emocional improvisación.

Ella es la gran culpable, de todo; lo bueno y breve, lo malo y aletargado, de los pensamientos bonitos pero también de la pena oculta. Es culpable de enraizar el deseo y maldecir a los océanos.

Perdona si te enjuicio de esta manera, es cierto, no eres del todo mala pero tampoco serás siempre buena, como si fueras una humana cualquiera, nunca podrás quedar bien con todos.

Anda, haz algo bueno por mí, por nosotros; dibuja en el cielo esta frase para que la vean los que son víctimas de ti; te va a gustar:

Desde la distancia «Amarte a ti, es como tener espinas en el cuerpo y flores en el corazón».

Moraleja

Había caminado ya muchísimo y no palpaba ningún resultado halagador.

Te cuento; dos muchachas – muy bonitas ahora que lo pienso – sonrientes hasta el hastío que no apartaban ojos ni oídos a nada de lo que hacía o decía, por alguna razón siempre que decidía sentarme aparecían ellas y yo corría kilómetros buscando, persiguiendo una meta aún no lograda.

Tanto corrí que las perdí de vista, pero no tuve tiempo de concentrarme otra vez en mi propósito. Un señor de unos sesenta y tantos, como si fuera mi abuelo, me hizo sentar y escuchar varias historias sacadas de sus memorias, al concluir siempre indagaba en busca de una moraleja. ¿Cogiste el mensaje?, preguntaba cuento tras cuento.

¿Por qué me castiga así la vida?, me preguntaba internamente mientras dejaba ver una sonrisa complaciente.

Con más de quince historias añejas en mi cabeza zumbando como abejas, tomé las riendas del proyecto inicial una vez más.

Ahora con un «escarmiento» recién interpretado de mis «nefastos» y ralentizantes encuentros anteriores «el camino es demasiado largo y tiene muchas distracciones» ante semejante conclusión lo correspondiente era tomar un atajo.

Y hacia allá me fui…

Aún no llego a ningún lugar, esto se ha vuelto muy sombrío y silencioso. No sé por qué, pero extraño las sonrisas y las viejas historias.

¿Qué me está sucediendo?

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2 comentarios en «Fue la distancia»

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