Fue la distancia, sí, ella se armó de fatalidad, se vistió con ironía, calzó sus pies con botas de mil leguas, maquilló su hermoso y raro rostro con los colores de una cultura diferente pero tremendamente cautivadora y como sacado de la leyenda hizo maravillas para recoger sus rizados cabellos con un hilo rojo.
Abrazados por una suerte descarada, concentrada, loca por momentos y fatídicamente corta; la dicha nos duró solo un fin de semana.
Ya lo anuncié, fue la distancia, ella no se hizo esperar, pícara como suele ser, acortó los momentos aunque no pudo restarles emoción ni complicidad, no pudo barrer bajo la alfombra las imágenes, las palabras que allí se combinaron como hermosa y emocional improvisación.
Ella es la gran culpable, de todo; lo bueno y breve, lo malo y aletargado, de los pensamientos bonitos pero también de la pena oculta. Es culpable de enraizar el deseo y maldecir a los océanos.
Perdona si te enjuicio de esta manera, es cierto, no eres del todo mala pero tampoco serás siempre buena, como si fueras una humana cualquiera, nunca podrás quedar bien con todos.
Anda, haz algo bueno por mí, por nosotros; dibuja en el cielo esta frase para que la vean los que son víctimas de ti; te va a gustar:
Desde la distancia «Amarte a ti, es como tener espinas en el cuerpo y flores en el corazón».
Felicidades buen trabajo literario
Gracias por su creación, escritor.