EL PODER DE LA PALABRA
Y dijo Dios, hágase y todo fue hecho.
Solo el poder de la palabra inefable
doblegó la inmensidad inescrutable,
como la gota que golpea al duro lecho.
Y el infinito cosmos cedió al derecho
del Divino Verbo, Demiurgo Adorable:
un punto azul en su manto inmensurable
¡Y vio Dios lo bueno que había hecho!
Y solo basta la palabra incipiente,
la palabra mágica que nos pellizca
el nódulo sensible de nuestra mente.
La aguda corteza temporal se arisca
la primera vez que un hijo, de repente,
balbucea tu nombre en lengua morisca.
Y fue según ordenó el Rabí Divino:
Lázaro, levántate y anda, y anduvo.
La sacra palabra a la muerte detuvo
¡El verbo es poder! Manantial sibilino.
Y es tan poderosa la palabra misma,
que llegado el momento estalla y la enuncia
un corazón latente que no renuncia
a acallar la pasión febril que lo abisma.
Gracias por compartir. Es muy común escuchar el aforismo que las palabras tienen poder, y en el poema usted lo refiere a Dios y a Jesús de Nazaret, (Dios encarnado), lo cual resulta correcto, pero el descalabro ocurre cuando se le otorga ese poder a la palabra humana, lo cual es una falacia muy común.