Es una calurosa mañana de domingo, el sol brilla con intensidad sobre la blanca y delicada arena de Playa Escondida. Miro alrededor, y observo la magnificencia de aquella vista, es increíblemente hermosa. La alegría se transforma en euforia que invade mi ser y no me deja esperar, me apresuro a quitar las sandalias y camino descalza por la orilla del imponente e intenso mar color esmeralda. La suave brisa acaricia mi rostro mientras tanto las juguetonas olas se divierten arrastrando la cálida arena. Me siento libre y feliz, hoy por fin puedo perderme entre palmeras, arena y sol, disfrutar de aquel paraíso terrenal y olvidar por completo el paso del tiempo. Así transcurre la mañana, el sol reflejado en mis lentes oscuros, el sonido de las tranquilas olas me induce a un sueño casi hipnótico. Sinceramente no sé cuánto tiempo permanecí en ese trance, hasta que los gritos de un chico me regresan abruptamente a la realidad.
La marea ha subido poco a poco, el aire que antes era una agradable brisa se ha transformado en furiosas ráfagas que empujan todo aquello que se le atraviesa, incluyéndome. Súbitamente todo cambió, el despejado cielo azul se torna en un obscuro y grisáceo espacio invadido por nubes negras que traen consigo tormentosos presagios y la calma que envolvía aquel hermoso lugar ha sido arrastrada por el embravecido mar que golpea sin piedad, destruyendo todo cuanto se atraviesa a su paso, incluidos los sueños y esperanzas que se resguardan en lo profundo del ser. Todo parece perdido…
En un instante, la esperanza desaparece y el miedo se apodera de la conciencia, las lágrimas de desespero se confunden con la intensa lluvia que azota el lugar, y el cuerpo queda paralizado sin saber que hacer hasta que el instinto grita con desesperación que debes seguir y correr sin detenerte hasta encontrar el refugio que te mantendrá a salvo y después… Después tendrás la oportunidad para reconstruir.
En la vida, también existen tormentas inesperadas que pueden aparecer en cualquier momento, arrasar con la prudencia, paralizarte por el miedo y sentir un intenso dolor que tortura sin piedad. Las nubes grises suelen bloquear la luz de esperanza y cambiarlo todo en un instante, pero son estos momentos en que debes enfrentar, aceptar y comprender la situación a pesar del sufrimiento que esto ocasione. Las tempestades también forman parte de la vida, y en estas encontrarás grandes lecciones que quedarán marcadas en lo profundo de tu ser y cambiará la percepción que tengas incluso de ti mismo. Solo debes recordar que después de la tormenta llega la calma y la madurez para enfrentar el siguiente tornado. Por ello, nunca te rindas y tampoco pierdas la fe.
Excelente escrito. Gracias
¡Gran enseñanza, Marianne! ??
Marianné, me encantó tu relato, viví una tempestad así y tienes razón a pesar del sufrimiento, queda uno listo para las que puedan venir, Gracias por compartir y enseñar.