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UN PASEO LLENO DE AVENTURAS MÁGICAS

Francesca Parodi Cohen

En un lejano país vivía una hermosa familia, se querían mucho. Su casa era color blanco y negro, con techo rojo, grandes ventanas y un jardín bello con plantas verdes y flores de distintos colores. Siempre que podían, iban a muchas montañas y en la cima disfrutaban de la hermosa vista; comían y regresaban a casa felices.

Después de un año de mucha alegría, los padres estaban angustiados porque no tenían suficiente dinero para mantener a sus hijas, llamadas Clarisa y Elisa.

En ese momento, al padre le ofrecieron trabajar al otro lado del mundo. Ellos pensaron que era una buena oportunidad para darle un buen futuro a sus hijas, no rechazaron la propuesta, pero estaban tristes porque no podrían estar con ellas ni cuidarlas; entonces, la madre llamó a su familia para que se alistaran porque iban a un último paseo familiar a la montaña antes de emprender el viaje.

Después de recorrer un largo camino, llegaron y gozaron del hermoso atardecer. Los padres les dijeron a sus hijas que tenían que quedarse con la hermanastra de su madre. Las niñas estaban felices porque iban a conocer a su tía, pero tristes porque sus padres se iban. Los padres empacaron todas sus cosas: ropa, comida y sobre todo, unas lindas fotos de sus hijas. Se despidieron muy apenados y se dirigieron al aeropuerto de una ciudad cercana donde tomaron el avión en el que viajarían.

La tía parecía una buena persona, pero no era así, las trataba muy mal. Una noche, Clarisa tuvo un terrible sueño y fue a la sala por el teléfono para llamar a su madre pero no le respondió la llamada; en ese momento, la tía se levantó de su cama y se dirigió a la cocina para tomar agua, caminó toda la casa y pensaba en la manera de adueñarse de ella, cuando se percató que Clarisa estaba despierta, entonces le dijo:

—Clarisa, ¿qué haces despierta a estas horas de la noche? Mañana tienes que levantarte temprano para ir a la escuela.

Y la niña le respondió:

—Tía, yo tuve un extraño sueño y estaba llamando a mi mamá.

—Vete a dormir —le gritó molesta.

Clarisa se fue a dormir y la tía también.

Elisa estaba muy asustada. Ellas dormían en la misma habitación, Clarisa se acostó muy triste y Elisa le dijo:

—Clarisa, no estés triste, papá y mamá vendrán pronto.

—Gracias, hermana, tienes razón —le respondió Clarisa y durmieron muy bien.

Al día siguiente, las niñas se prepararon para ir a la escuela y allí conocieron a una niña llamada Teresa. Después de un tiempo, se hicieron grandes amigas.

Un día en clases, la profesora de las niñas les dejó una tarea, entonces a Elisa se le ocurrió una idea y llamó a su mamá para preguntarle si podían llevar a su amiga a su casa para hacer la tarea y la mamá le dijo que sí. Cuando terminó la clase, se fueron a su casa con Teresa, y en el camino encontraron a un perrito abandonado. Ellas querían adoptarlo y Teresa les dijo:

—Vamos a adoptarlo, se ve un poco triste.

Y Elisa le respondió:

——Yo sé que, si mamá estuviera aquí, lo adoptaría.

Le dieron comida y se fueron a su casa con el perrito y cuando entraron a la casa y apenas la tía se dio cuenta, echó a la niña. Le dijo un montón de cosas malas y Teresa triste se fue, Elisa la siguió y le dijo:

—Teresa, no podemos entrar a la casa con el perrito porque la tía no nos deja, ¿te podrías quedar con él y darle nombre?

—Claro que sí, me encantaría ponerle nombre.

Clarisa le dio el perrito a la niña y se fue feliz.

Empezó a oscurecer y Clarisa no podía dormir. Se le ocurrió una idea y se la dijo a su hermana.

—¿Qué tal si nos vamos donde fueron papá y mamá?

Elisa le respondió que sí. Empacaron todas sus cosas y se fueron al bosque.

—Fue muy difícil salir de casa sin que la tía nos viera —dijo Elisa.

Pero Clarisa estaba feliz de alejarse de los gritos de su tía. En el bosque encontraron a un hombre, era un mago malvado, él decía saber dónde estaba el aeropuerto, pero las guio por un camino equivocado hasta el volcán donde vivía el rey de la maldad.

Las niñas sabían que ese lugar no estaba cerca del aeropuerto y salieron corriendo de ahí; mientras huían, les apareció la princesa de la naturaleza, las escondió en un árbol por un tiempo, luego, usando su poder, les hizo aparecer alas y las tres se fueron volando hasta el castillo de la naturaleza donde vivía la princesa y les dijo:

—Yo soy la princesa de la naturaleza, hago que todas las plantas crezcan y sean hermosas. Y las niñas le dijeron:

—¡Qué hermosa labor tienes princesa! ¿Cómo te llamas?

—Me llamo Mariana.

—¡Qué lindo nombre tienes!

En ese momento, llegó el rey de la maldad. Sus poderes mágicos los usaba para intentar gobernar el mundo. El encerró a las niñas en una burbuja de magia negra y las llevó nuevamente al volcán. Ellas no sabían qué hacer; mientras tanto, la princesa de la naturaleza estaba buscándolas desesperadamente sin encontrar ni una sola huella de sus zapatos, empezó a llover y se fue a su casa. Sin embargo, no se rindió.

En una libreta, con un lápiz, hizo un retrato del hombre que se había llevado a las niñas y se dijo a sí misma: repartiré este registro del hombre malvado y con seguridad alguien me podrá decir en dónde encontrarlo.

Antes de salir se puso unas botas, un abrigo, una bufanda y un gorrito para protegerse del frío.

Tomó la identificación que ella hizo y salió a la calle pero no había mucha gente; entonces, se dirigió al bosque y en el camino encontró a una mujer fotógrafa y Mariana le preguntó:

—Hola señora, ¿usted vio a un hombre grande que tenía unas niñas atrapadas en una burbuja, un poco como… mágica?

—¡Sí! Yo lo vi, se topó conmigo, me dijo que no me atravesara en ese momento. ¡Lo puedo describir muy bien!

—¿Sabe a dónde se dirigió?

—Se fue hacia un volcán, yo lo seguí, pero tenía mucho miedo, así que me regresé.

—Muchas gracias, me ha sido de gran ayuda y partió al volcán.

Cuando llegó estaba muy cansada, se detuvo y después de unos minutos, siguió caminando hasta el volcán. Las niñas estaban muy asustadas porque temían quedar atrapadas en esa burbuja para siempre.

El rey de la maldad estaba lejos de las niñas y las dejó dentro de la burbuja, se fue a practicar sus hechizos. En ese momento, llegó Mariana y le preguntó a Clarisa:

—Clarisa ¿tú y tu hermanita están bien?

—Sí, estamos bien, pero estamos asustadas y queremos salir de aquí. ¿Nos sacas de esta burbuja, por favor?

—Claro que sí niñas —respondió angustiada Mariana y llamó a todos sus amigos magos para que la ayudaran.

Todos llegaron apenas les avisó Mariana, se tomaron de la mano y con su magia pudieron detener el poder de la burbuja. Se fueron todos del volcán porque ya iba a explotar y se dirigieron al castillo de Mariana.

Pasaron los días y las niñas estaban listas para irse, pero tristes porque tal vez nunca volverían a ver a Mariana.

—Princesa Mariana, te vamos a extrañar mucho, gracias por cuidarnos tanto.

—Niñas, las voy a visitar como… dos veces al mes, es que tengo muchas cosas que hacer ya que soy una princesa, pero les prometo que iré a su casa porque sé dónde viven sus padres —y las llevó al aeropuerto.

Se despidieron entre abrazos y subieron al avión que las llevaría directo al otro lado del mundo. Elisa estaba tan triste que le dijo a su hermana:

—Clarisa, me hubiera gustado que en este avión estuviera con nosotras la princesa.

—Elisa… el avión ya despegó, es muy tarde y recuerda, ella dijo que nos irá a visitar.

Elisa se tranquilizó un poco y se quedó dormida al igual que Clarisa.

Despertaron un poco antes de aterrizar, recogieron su equipaje de mano y salieron del avión. De repente, apareció un hada enviada por la princesa Mariana para ayudarlas a encontrar la casa de sus padres.

Las llevó a la casita de dos pisos donde vivían; Clarisa tocó el timbre y la mamá abrió la puerta. Apenas las niñas vieron a su madre, la abrazaron y sorprendida, la mamá les preguntó:

—Niñas, ¿cómo llegaron acá? ¡Las extrañé mucho, las amo!

Y Elisa respondió:

—Mamá, viajamos en avión y nos ayudó a encontrar su casa el hada que nos acompaña —y se las presentó.

La madre, al comprobar que se trataba de una verdadera hada llamó a su esposo. Cuando él vio a las niñas, las abrazó con mucha fuerza porque las extrañaba y se sorprendió cuando vio al hada. Entonces las niñas le contaron todo lo que vivieron. Al principio, los padres no les creyeron, pero a los ocho días llegó la princesa Mariana como lo había prometido y los padres se impresionaron por todas las aventuras que sus hijas vivieron.

Se querían tanto, eran una familia feliz y vivieron así por siempre.

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10 comentarios en «Un paseo lleno de aventuras mágicas»

  1. Fascinante historia, señorita Parodi.
    Que la fantasía, el amor por la naturaleza y por su familia sigan siendo motivos para escribir.
    Le comento, mi hija menor hoy celebra su cumpleaños, se llama Elisa Mariana. Me sorprendió encontrar en su cuento nombres que para mí son bellos y significativos.
    ¡Gracias y felicitaciones!

  2. ¡Bravo Francesca! Me ha encantado que todos sean felices, a pesar de las circunstancias. Así deberíamos ser siempre, buscar la felicidad a costa, e incluso, de lo adverso.
    ✨??????????✨

  3. Querida Franccesca, felicito tu coherente narrativa a tan corta edad…Dios te permita seguir con esa voluntad y disciplina para las letras, hermoso cuento, espero leer muchos más!

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