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HOMBRES RICOS, MÉDICOS POBRES

El escritor hawaiano Robert Kiyosaki autor del libro Padre rico, padre pobre me prestó el título para este artículo, solo tuve que remplazar la palabra padre.

La finalidad de este escrito es hacer reflexionar a los lectores sobre una profesión casi divina, la de médico, extendiendo la connotación de médico tanto a hombres como mujeres que se dedican a la profesión de salvar vidas, cualquiera sea la especialidad que desempeñen.

Siempre he pensado que los médicos vienen escogidos por Dios. Léase la Biblia en Eclesiástico 38, versículos 1-3 y 6-7: «Da al médico por sus servicios los honores que merece, que también a él le creó el Señor. La ciencia del médico realza su cabeza y ante los grandes es admirado». «Él mismo dio a los hombres la ciencia para que se gloriaran en sus maravillas y con ellas cura él y quita el sufrimiento».

Se entendería que quien escoge ser médico es un ser rico en cualidades, en valores, en ética, en compromiso; es una persona rica en sentimientos, en responsabilidad, con un alto sentido de humildad y filántropo, en fin, un elegido por Dios. Todo esto para entender que solo con toda esta riqueza espiritual es posible optar por una profesión que demanda tanto compromiso y dedicación hacia los pacientes.

Recordemos también que los médicos hacen un juramento, el juramento hipocrático, cuando se gradúan en medicina y cuyo contenido es de carácter ético, para orientar la práctica de su oficio. Este se basa en la responsabilidad del ser humano y conciencia de ella. Transcribo algunas frases de su contenido: “Pasaré mi vida y ejerceré mi profesión con inocencia y pureza… No llevaré otro objetivo que el bien de los enfermos… me libraré de cometer voluntariamente faltas injuriosas o acciones corruptoras”. Aquí es donde surge la gran pregunta ¿En qué momento el hombre pierde esa riqueza para convertirse en un médico pobre?, o ¿en un pobre médico?

El anterior interrogante surge porque otra es la realidad que como paciente me ha tocado vivir en los consultorios de muchos médicos y seguramente usted, señor lector, también lo ha vivido, solo quiero citarle algunas situaciones por si acaso son familiares para usted.

Comienzo con la primera: “Lo siento, no puedo atenderla porque su cita era a la 8:00 y son las 8:10, separe otra nuevamente”. Lo anterior lo dijeron sin importar qué razones tenía para llegar diez minutos retrasada.

La segunda sucedió en una urgencia: “No señora su caso no es de urgencia, consulte por medicina externa, aquí no atendemos dolores comunes”, y sin revisar, simplemente no fui atendida. En ese momento recordé la noticia que en algún momento escuché donde no se atendió un paciente y murió antes de salir de Urgencias.

La tercera experiencia es la que más recuerdo: “Doctor, estuve en la urgencia durante 12 horas con glicemia en 450 y me remitieron aquí para un control con usted”. Y sin examinar ni preguntar, nada más se limitó a escribir y escribir, y después a firmar, para luego decirme: “hágase estos exámenes y vuelva dentro de un mes”.

Este caso sí que es bastante frecuente y también me sucedió. Venía presentando irregularidades con mis micciones e expuse en mi consulta: “Doctor, por qué no me ordena un examen de…”. No había terminado de dar mi sugerencia cuando el médico me interrumpió: “Disculpe, pero usted no es el doctor, el doctor soy yo”.

Para terminar, quiero mencionar al doctor tramitólogo que no examina ni pregunta sobre la enfermedad del paciente, solo se limita a rellenar formularios, a escribir en su computadora y contestar su celular, sin embargo, eso sí, lo primero que solicita es la boleta de remisión firmada por el paciente para cobrar la consulta.

Y así, son muchos más los casos que podría mencionar y que día a día nos toca vivir con estos señores de la medicina y que nos hacen salir de los consultorios más enfermos de lo que llegamos.  Por ello, quiero con este artículo poner a pensar a estas personas ricas que perdieron el camino y se convirtieron en médicos pobres, pero, sobre todo, que reflexionen porque hoy son más los pacientes muertos que las vidas salvadas.

No puedo terminar sin mencionar las excepciones. Queda todavía un significativo grupo de médicos extraordinarios que yo llamaría hombres ricos, médicos ricos, porque con su compromiso y desempeño acreditan que han interiorizado la exigencia fundamental del profesionalismo que no es otra que la de preservar los intereses de los pacientes por encima de los propios y desempeñan una excelente labor. Dios los siga guiando y ojalá no se contagien de la pobreza de muchos hombres ricos, médicos pobres.

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Revisión ortotipográfica y de estilo: Joel Peñuela

19 comentarios en «Hombres ricos, médicos pobres»

      1. Excelente escrito, una reflexión muy acertada de una de las realidades que como como país nos aqueja día a día. Bendiciones infinitas a mi escritora favorita, sin duda alguna, creo que Dios se sobró con usted, en depositar tanta sabiduría sobre su vida. Un Abrazo

  1. Mi apreciada Maestra su escroto expresa una gran realidad que a diaro nos aqueja,; la medicina, esa profesión tan humanitaria ha dejado a un lado su proposito inicail debido a las mal llamadas reformas a la salud que han convertido a esta en un negocio redondeo donde es mas importante cuanto trae en el bolsillo que el deteriodo de la salud del paciente.
    Felicitaciones por este gran articulo que sé que a muchos los pondrá a reflexionar.

  2. Muy buenos días apreciada amiga NIDIA CAVADÍA, felicitaciones por escribir sobre esta temática que es de interés para todos y mucho más en estos tiempos, me gustó la forma dinámica cómo fluye el texto de principio a fin con un hilo conductor que atrapa evocando casos similares. Continúa creando para seguir disfrutando de tus escritos. ??️???✍️?

Responder a Karmen Cavadia MartinezCancelar respuesta