
Ni costeño ni cachaco ni caleño ni guajiro; ni alto ni bajito ni gordo ni flaquito; ni joven ni viejo; ni diplomático ni poeta ni músico ni emprendedor ni ajedrecista ni ingeniero. Escribe a cada rato y se inventó la Torre del Silencio. No es un escritor serio, se ríe mucho. Se la pasa jugando con palabras por lo que difícilmente podría decirse que se circunscribe a alguna corriente o escuela.
Singular manera de abordar el tema de la realeza y la realidad. Me reí por la diplomacia empleada en el lenguaje.
Gracias por compartir, Carlos.
Saludos.
Vaya forma de sentirse rey, muy original tu prosa, me gustó.