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TRINCHERA

Jesús "Chucho" Peña

 

Trasegar

Los ojos del sol tupen sus parpados

la cara de la luna se pinta de negro

la chispa de la existencia se ahoga

en el acantilado de la muerte

afinando la valija de la vida

 

El retrato se raya para siempre

las pupilas del cielo se recogen en el olvido

la tristeza deja de vagabundear desnuda

en los surcos nocturnos esparcidos en llanto

 

Cuando la sonrisa se abra en el cielo

atizando vanidosamente el sendero de la vida

que de estoicismo al paso de la muerte

en el trémulo trasegar de la existencia.

 

 

La paz

Por abrigar su tierra ganaron al cielo

donde no había nada que sembrar

sin agros minados, ni piernas derrotadas

con sueños anonadados por la guerra

 

Ya no son pobres ni vagabundos

el resfrío y la fiebre no se reconocen

las alboradas y las noches

tienen idéntico color

como después de la guerra

 

Todo es un ignoto paisaje

taciturno, sigiloso y encandilado

sin resentimientos ni cicatrices

que recuerden la guerra.

 

 

La guerra

Calcina el corazón de los pueblos

cautiva la sabia de los hilos del alma

acobarda los sueños de los niños

manchando los días en la aurora

 

La guerra

se esconde como arma no convencional

inventa hombres con forma de niños

forma niños con odio de hombres

que no saben por qué matan

 

La guerra

concibe partos sin corazón

héroes sin patria

fecunda odios nuevos

en hombres viejos

que mueren para vivir.

 

 

Trinchera

La guerra vela los días y las noches

tortura la lengua de los pueblos

quebrando la esperanza de la libertad

de las almas que murieron antes de nacer

 

La guerra esconde la verdad

tortura la esperanza

despabila la parca

 

La guerra vulnera el candor

del concierto nativo de la selva

Inventa tumbas en las trincheras

para que no se pierdan los muertos.

 

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2 comentarios en «Trinchera»

  1. ¡La guerra, la guerra, la guerra! «Fecunda odios nuevos en hombres viejos que mueren para vivir».

    Estimado escritor, gracias por compartir estos poemas que justamente hablan de este problema. Eso es, «la guerra que calcina el corazón de los pueblos», y es tan fuerte el verso que ahora aquellos «…no saben por qué matan, y concuerdo, no justo que «quiebren la esperanza de la libertad».

    Hoy oportunamente parece fijar el incidente y más aún, reclamar el peor egoísmo y deshumanización «la guerra», esa que trae muerte y que tristemente a miles inocentes condena. Sus estrofas lo han dicho todo, llenan de preocupación el corazón. ¡Ay!, ¿dónde está la paz y la hermandad?

    Agradezco de nuevo la oportunidad de leerlo.

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