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ESCAMAS AZULES

Elva Moncada

Ella ya había visto la embarcación y la siguió por varios días porque le llamaba la atención el humano que aparecía todas las tardes en la cubierta de ese barco; era alto, joven y buen mozo, a través de los días ella se enamoró de él, pero, ¿qué podía hacer?, era un humano y ella era… una sirena.

Ahí estaba contemplándolo tan enamorada que sin pensarlo empezó a cantar con esa hermosa y seductora voz que tienen las sirenas; al escucharla, él no sabía qué estaba sucediendo, lo único que sentía era que esa bella voz lo llamaba, caminó hacia la proa, tropezó y cayó al mar.

Ella lo único que acertó a hacer instintivamente fue besarlo, inmediatamente pudo respirar bajo el agua, la miro y supo que había sido ella quien había cantado; ella lo tomo de la mano y lo llevó a las profundidades del mar.

En el trayecto él sintió que algo le estorbaba, era toda esa ropa que llevaba, se sacó las botas, el pantalón, la camisa y se sintió libre. Llegaron a un lugar donde había diversos peces de colores, caracolas y brillantes medusas, los rayos del sol caían tenuemente completando una atmósfera de amor, se amaron, se amaron intensamente como nunca en la vida, pero ella sabía que un humano y una sirena no podían convivir por mucho tiempo y al final él ya no podía respirar. Lo llevo a la superficie, ahí lo dejo en la playa tendido sobre la arena, aún bajo el influjo de su canto.

Al cabo de un rato despertó, no sabía cómo había llegado ahí, trató de incorporarse, se vio desnudo, notó sobre su cuerpo y esparcidos sobre la arena unos círculos de color tornasol, tomó algunos de ellos y los observo: eran escamas, maravillosas escamas azules que brillaban con la luz del sol. ¡Ahora lo recuerdo! ¡Ahora lo recuerdo! Dijo. ¡Hice el amor con una sirena!

Lo que no sabía era que esa sirena lo observaba desde lo alto de unas rocas escondida para que no la pudiera ver. Finalmente se incorporó, pensó que solamente había sido un excelso sueño, caminó por la orilla de la playa y se le perdió de vista. Ella enamorada, a partir de entonces acudía todas las tardes a lo alto de las rocas con el deseo de volverlo a ver, pero jamás, jamás sucedió.

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5 comentarios en «Escamas azules»

  1. Muy buenos días apreciada amiga ELVA MONCADA, que grato es despertarse y poder disfrutar de una narrativa muy bien lograda como esta de ESCAMAS AZULES que me atrapó con su trama. Felicitaciones, bienvenida cordial a la familia PAPEL Y LÁPIZ , un fuerte abrazo desde Colombia. ????✨??✍️?️?️???

  2. Hermosa y mágica historia de amor Elva me encantó, gracias por compartir, bienvenida a este espacio de maravillosas publicaciones de papel y lápiz. Bella historia de amor.

  3. Le has dado una vuelta de tuerca a la historia de Ariel…Mientras lo leía me has hecho sonreír, las mujeres en su mayoría somos de aguas profundas y nos descamamos haciendo el amor, escamas llenas de azul esperanza de un amor resplandeciente más allá de lo corporal. Y, sin embargo, se nos olvida que los hombres marineros aman al mar para conquistarlo pero para surcarlo también en aventuras infinitas y constantes. La diferencia es que tu marinero es de tierra, a él le basta tener el recuerdo y las escamas de aquella aventura. Al terminar tu cuento, mi Bukowski volvió a alzar la voz en mi cabeza con su famosa frase que venía a decir a que no pasaba nada porque te rompieran el corazón, porque siempre encontrarás a alguien a quien le guste montar puzzles y quien estaría encantado de volver a juntar al tuyo. Pero que lo puñetero del asunto (él usó otra palabra macarra de las suyas que no voy a compartir aquí) era que se llevaran alguna de las piezas del puzzle, justo como lo pasa a tu sirena…

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