
(Ipiales, Nariño, Colombia. 2000) Activista social, feminista, poeta e instrumentista empírica de música. Estudiante de Derecho.
Dedica los espacios para formarse en lo social, llevando procesos con estudiantes de secundaria y jóvenes. Miembro fundador de la Casa Editorial “Papel y Lápiz” en la ciudad de Ipiales. Integrante del Colectiva Plenilunio y Colectiva poético Aquelarre. Desde los 11 años fue Clarinetista en la Banda Mariscal Sucre. Durante cinco años representó a la institución e Ipiales llevándola a concursos departamentales, como: Primer Concurso de Bandas en el año 2012, Samaniego Alma Musical y Cultural de Nariño XXIX Concurso Departamental de Bandas Musicales, Encuentro de Danzas y Tríos (Samaniego, 2012). Coautora del libro Los Parodi.
Que buen trabajo…
Michelle, tu poema es como una cascada por la que sientes caerte.
Me encanta el modo abrupto tan potente de comenzar, «detestar» es ya el grado sumo de odiar. Y yo me esperaba otros versos bien diferentes a continuación, precisamente por este modo vehemente de condenar la no actuación para luchar por el amor.
Sin embargo, cuando se llega al final te das cuenta de la enorme fuerza de voluntad y amor infinito de la poeta.
Me han encantado los modos de rescatar los rescoldos de pasión, pasión así capaz de nacer solo con un gran amor. Amor al menos para ella…se capta que para él ha sido más bien momento de pasión ya que ella no quiere llamar para llorar, aunque ella espera su regreso algún día desconocido del futuro. No es autoengaño, te quedas con la sensación que efectivamente él un día volverá, el día que necesite empaparse de nuevo y dejarle nuevos rescoldos a la poeta, porque la pasión vehemente y penetrante en cada mota del cuerpo y del alma es así de potente cuando el amor es infinito también. Y no por nada está el dicho «Uno siempre vuelve donde fue feliz» al que yo añadiría- y donde siempre se le quiso con pasión y con ternura abnegada-.
Un saludo cordial