Mi luna
—Luna, no volveré a confiar en ti, me has engañado tantas veces con la ilusión de sorpresa, que siempre eres más de lo mismo.
—¿Qué dices? —respondió la luna.
—Tú eres un engaño que se mantiene todas las noches de mi vida, y cada noche pienso que serás diferente…
—Pero yo no soy culpable de tus expectativas —respondió ella.
—Eres la culpable, me enojo contigo porque repletas mi mente de ilusiones y al final solo dejas un abismo en mi cielo.
—Te equivocas, no soy el abismo, tu cielo es el abismo y yo la esperanza que te mantiene sobre él.
—Estoy harto de esperarte, nunca llega lo que me prometes y por eso detesto apreciarte, incluso esa noche, donde te sonrojabas frente a mí, prometiendo que serías mía.
—Yo no prometí nada, tú te comprometiste solo y no asumes el compromiso de esperarme.
—Te he esperado todo este tiempo, pero creo que fue en vano; tanto mirarte me hace pensar en otras alternativas… Sí, definitivamente debería apreciar al sol, aunque me lastime, por lo menos es sincero.
—¿Sincero? El dolor no se camufla con la atención.
—Pero tú me hieres con ignorarme y no pretendo seguir esperando algo que no llegará.
Y como lo manifestó, se marcha, está vez para siempre, a pesar de todos los pensamientos que había mantenido de hacerlo en tiempos de antaño. Se acabaron las lunas menguantes, esas que solo tienen una chispa de esperanza. Se acabaron las lunas crecientes, esas que con su nombre nos dicen que crecía la esperanza, para darle paso a la luna llena, esa que te repletas de la idea de que todo estaría bien, y finalmente, llevaba la Luna Nueva, nuevamente esa incertidumbre que hacía ver a la luna como una mentira.
—No fuiste capaz de aguantar las noches sin mí, deseando que estuviera llena todos los días de tu vida, aun sabiendo que era imposible, y en vez de marcharte al notar mis cráteres e imperfecciones, te quedaste, haciéndome pensar que tenías actitudes resilientes, pero me engañaste, tú me engañaste a mí y seguramente a ti también, al pensar que con apreciarme sería suficiente. Al principio me mirabas con ilusión, luego empezaste a esperar y te limitaste a eso, entonces dime ¿¡Quién más que tú es el villano!? Si tú mismo te engañaste, tú mismo creaste ilusiones ante mí, y esperabas hacerlas realidad simplemente porque lo querías —dijo la Luna en sollozo, mientras se generaba la marea.
Luego de esto, la luna completó su eclipse, cumpliendo lo que él mismo se había prometido, pero era demasiado tarde… Después de todo, la luna solo sale en la noche justo cuando ataca el cansancio, y es lógico, si sale todo el día deja de expresar esperanza.
No abandones tu Luna, pero tampoco esperes nada en el proceso y cuando suba la marea, aguanta. Cuando esté llena, disfruta, pero sobre todo, cuando esté nueva, mantente como el primer día… O, mejor dicho, como la primera noche.
La luna puede ser lo que sea, si pensaste en tu emprendimiento, esa es tu Luna, si pensaste en tu pareja, esa es tu Luna, y sin pensaste en tu felicidad, esa es tu Luna. No remplaces la luna por el Sol, recuerda que no todo lo que brilla es oro y no todo lo que atiende es sincero, a veces se necesita apreciar en silencio.