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PLUMAS

Gustavo Molina Rodríguez

 

Dividir

 Por dividir aquellos intrincados lazos,

hasta la muerte de ingenua y perpetuas ilusiones,

alzo la voz y clamando prosigo:

Si siendo enemigos, ¿cuál es el porqué de tus abrazos?

¿Para qué te atreves a regalar tan impía sonrisa?

Al verte, dulce morir anhelo.


Sed de fuego, de tierra y de agua

abrasadora e insaciable;

añorando la luna, la noche, el sol

y las espigas.


Pasando por el meridiano, desde

el Oriente hasta ­­el Poniente tienes

tú: cielo, sol y aurora.


 

Crudo

Las hojas delicadas y los renacimientos,

la ilusión dulce, la compleja amargura,

la amistad sagrada y la virtud pura

intento conquistar.

 

 

Venciendo aquellos rigores que el cruel

invierno y la opresión del hielo traen;

en medio de la tormenta

 

a sentir me enseñaste.

 

Mis versos tuyos son 

y en la gélida noche

canto a tu oído,

bajo aquel muérdago benevolente.

 

 

 

Rodaja

Rodajas de toronja;

rodajas de naranja;

rodajas de limón.

De escarcha escarlata

en blanco baño,

de exquisita delicia,

de amargo dulzor.

 

Se funden en mi pecho;

suaves y tiernas

las promesas que,

en la tarde equinoccial,

al fondo de la fuente

de los cuatro ríos

en la blanca espuma,

susurraban cumplirse.

 

 

Plumas

Estoy cansado de las casas en ruinas sin gesto alguno;

estoy cansado de las cosas envueltas

de seda vueltas luego cuchillos.

 

Tantas plumas modifican los afectos que recibes

y de mi pecho desierto, amapolas brotan.

 

Fantasmas en dulce éxtasis, clérigos de espuma,

y sobre todo querubines, bellos como dagas

que se elevan en la sobre la noche y destruyen la ilusión.

 

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