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ON´BARCO DE BESOS

(Fragmento)

Franchesk Portugal

I

ITZAÉ_ degusta un café Olfateando la abertura del tiempo en entre sus manos; las llena con un olor azul mora en su casa fría, el viento golpea morado y rojo su rostro. En su huerto hay un jardín con aroma floral a mora, crecen sobre las manos mellizas del tiempo los senos. Doran a su antojo el tiempo, amasa con un rodillo el mismo tiempo.

Cambia un poco su color mora, traslada a su boca untada un beso los On’barcos, besos a que a su vez se visten de la noche. Teme evaporarse a sí misma ¿Y atraparse? En la pizca de la sal donde sus manos sustraen la harina, en lo profundo tantea el alma de cada cosa, cada cosa a su vez estremece su cuerpo; su cuerpo color trigo espiga, insufla una historia nueva a sus oídos cuando hornea estos panecillos para un café.

En tanto nada la seduce, su cocina es tan blanca igual a las margaritas, las ventanas tienen cortinas a cuadros azules claros descoloridos, muy pequeños; el cuchillo para cortar Quttin con alveolos, es una hoja que resuena sobre la tabla de picar.

Una gotera del lavaplatos cae debajo del sifón y ahí tiene un olor a jarrón de agua estancada, alcanza a divisar el goteo. Se inclina y deja ver su cadera semi desnuda, su largo cabello despeinado casi a ras con el suelo. Aun así, iniciando la mañana ella despeinada, se ve muy erótica y deseable con su vestido de pijama blanco…

 

II

Ella, tiene el olor a feromona nueva mezclado con el perfume de la noche Genovesa y el día donde un beso se quedó solo consigo misma; el miedo. Mirar la luz que se apaga y se sumerge en el túnel. Esta es la estación del tiempo más larga de la vida.

Recibe las mañanas con embeleso en la mirada, un norte desde donde no alcanza a tocar un silencio de la muerte, hace estallar los fantasmas de la infancia acompañándole. Es un largo minuto extremadamente largo, sudoroso, atragantado, tembloroso, frágil… Se ha quedado estática y casi congelada, alucínate, se pregunta qué ruta tomar: toma la ruta del amor. Pero el amor dolía, monopolis perdido. ¡El amor dolía en la estación cuando los amantes se miraban lejos y aún no se conocían!

Luego ella deja el beso en el olvido, ese beso se queda almibarado, casi colgado del borde de los vasos, los pocillos, de los labios. Un beso ababa, se lo traga la boca. Mira su cocina puestecita en la sala o en la huerta, nombra y desnombraba las cosas cambiando su uso y el lugar de cada objeto. Usa en las horas muertas el atuendo de la ausencia, una faldita corta, cargadera, corbatín, un toque y retoque de los labios.

Su mirada negra afonía sobre los objetos se desliza. La habita sumergida en sí misma El otroEl otro a su vez come y bebe sus roces huérfanos. Ella se habita a sí misma. Posiblemente el beso, sea una baya venenosa…

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