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ELLA FUE

Julián Mauricio Álvarez

 

Ella era tan diferente,

que era como un ángel

en medio de tanto sufrimiento,

era tan frágil como

el pétalo de una rosa en medio del jardín.

 

Ella era toda una dama,

en todo el sentido de la palabra.

Yo vivía deslumbrado con lo que era,

Yo vivía un sueño de amor.

 

Ella era una fantasía, de esas que las puedes tocar,

y no tienes ganas de despertar.

Yo la amaba de todas las formas posibles,

para que nada cambiara.

 

Y entonces, de la nada, todo cambió,

no sé si se aburrió de tanto amor,

o simplemente dejó de amarme,

o quizás, ya había alguien en su vida.

 

Empecé a vivir lo que ya había vivido,

aunque es irónico, todo lo que viví con ella,

 hasta ese momento nada lo cambiaría.

 

Nada fue fácil, todo se tornaba gris entre los dos,

y no siempre por ser hombre, es uno el que lastima.

Ella me hacía ver el dolor en todas sus formas.

No podía irme, no podía dejarla,

«mi amor es más grande que mi sufrimiento»

yo decía eso, pensaba y simplemente seguía ahí,

al límite de perderme.

 

Siempre le pregunté, ¿Qué pasó?  

Y ella, jamás me lo dijo,

hasta era más hiriente cuando tocaba el tema,

simplemente dejaba de hacerlo,

porque era cada vez más doloroso que la vez anterior.

 

Todo era distinto, de los golpes

y de la humillación de aquella flor,

hoy solo quedaron los recuerdos,

los malos y buenos momentos, el buen amor.

 

Al final, sin ton ni son, ella se fue,

todo lo demás, para qué contar,

si ella se llevó lo mejor de mí.

 

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1 comentario en «Ella fue»

  1. Julián, me gusta mucho tu lírica porque con mucha sencillez transmites emociones profundas. Dejas ver un amor sincero y verdadero en muchos detalles y vocablos utilizados.

    Me encanta el título, porque a medida que vas leyendo este «Ella fue» se transforma en » Ella es». El poeta aún tras el tiempo transcurrido y el dolor acumulado razona «mi amor es más grande que mi sufrimiento» siguiendo allí hasta » límite de perderme».

    Me ha conmovido la comparación de la delicadeza de la amada, no con una flor, sino con un pétalo, algo muchísimo más delicado y frágil, más fugaz y fácil de escurrirse entre las manos que cualquier flor en toda su majestuosa pero firme delicadeza.

    El final es muy fuerte, despeja toda duda sobre si el amor sigue viviendo en el corazón del poeta, para confirmar que así es. Es un final que conmueve pero, poeta, estoy en desacuerdo contigo. Si el amor sigue habitando el corazón a pesar del «gris entre los dos», mientras el odio no emponzoña el corazón, el poeta sigue conservando en su interior lo mejor de sí mismo. Puede faltar chispa, pero la leña sigue allí entre brasas esperando la chispa oportuna para encender la hoguera.

    ¡Un saludo cordial, Julián!

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