Mito del ocaso
A Dilia García In memoriam
“Mi madre me dijo antes de morir, que su casa estaría en el mar”
He pensado muchas veces en el final
y otras pocas en el comienzo
La respuesta sigue allí
apacible y azul
pero las preguntas aún proliferan
como bacterias en el lagar.
Esperando tal vez Oparines o doctores,
cosmogonías o apocalipsis
Imbuidas por el asedio
de ignorancias y oraciones.
He creído muchas veces
que no hay ni lo uno ni lo otro
me alejo con esto
de tales desesperaciones.
Tomo mejor el camino de Sócrates:
si es un lugar oscuro qué más da
si hay otro lugar me siento a esperar
Por ahora resuelvo el debate.
La respuesta permanece
turbulenta y húmeda
Las preguntas invaden los
espacios nuevos
de un infante escolar.
He oído también otras veces
que nada termina en la víspera
ni empieza un día antes.
La salida está frente a nosotros
debajo del sol al asecho
de cuestionamientos, exacerbada
como alambique
en plena ebullición
Con la esperanza inútil
que mañana
algún día será.
He pensado de nuevo
en lanzarme desde el muelle
o arribar por el Ranchería.
Encontrarme con los que vienen
y despedir a los que se van
La respuesta ha de estar allí
profunda y senil
A la espera de barcos o bañistas
que preguntan como turistas desprevenidos
y se mantiene la espera de fantasías o dogmas,
de utopías o hipótesis, a la luz de canciones
que nos hacen llorar como el acordeón.
He creído y me he aferrado a ese lugar
Donde la vida se inicia donde no vuelve
Jamás.
Es allí la respuesta rizada y marrón.
Esa palabra perdida que se pretende
Clonar, como embustes pueblerinos
Esperando, al fin y al cabo
que se reconstruya la memoria, y se unan
las almas y los hombres
en plena orilla del mar.