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GUERNICA

Veli Bogoeva

 

Soy la furia de Medea resollando en los ojos del Minotauro de Creta.

 

Ojos acostumbrados a una avasallante oscuridad

que corrompe y emponzoña todo lo humano

y por ende sagrado.

 

Ojos que penetran lo impenetrable

para entender lo inentendible

aun para el más egregio y excelso mortal o filósofo humano.

 

Quisiera tener el hilo de Ariadna para salir de este laberinto

que me ata a un espacio y a un tiempo igual de exasperante

al que te impulsó a ti a teñir de plomiza grisalla asesina y

del negro de una noche cerrada, cual pozo sin fondo

en el que ni la luna riela,

a tu cuadro más ilustre y afamado.

 

Quisiera que tu ojo omnipresente

sobre la cresta del caballo relinchante

se pudiera apagar cual una bombilla

para no iluminar el cenit

de tamaña barbarie cruel

y de tal ensañamiento feroz e inclemente.

 

Quisiera que la luz de la vela de aquella muchacha

asomando su cabeza por la ventana

dejara vislumbrar otra realidad distinta y opuesta a la allí encarnada.

 

Quisiera que las casas una vez hogares del pueblo llano

no ardieran en llamas por una guerra homicida

avivada por la hoguera de la sangre fratricida.

 

Quisiera que escampara el llanto plañido

de la íbera madre tierra violentada y horadada

al haberle sido arrancada la vida a sus hijos bravos

tornados cadáveres cencios

para un Minotauro insaciable y voraz

hecho Toro de Creta de tanta carne fresca

que ni le atora ni le ahíta.

 

Quisiera que la esperanza y la pasión

alegorizadas en aquel desbocado corcel

no fuesen acribilladas con tanta furia asesina desmedida.

Cólera capaz de partir la Tizona

del que pudo haber sido una vez un noble caballero

pero que se cebó en lo más preciado de lo que impulsa la vida:

el corazón del percherón.

 

El corazón de las entrañas

de los que alzaban valientes sus manos

hacia un cielo surcado por pájaros de hierro

en ríos de elegías convergiendo en un mar de vocablos

donde el papel fue el más ferviente testigo y único amigo

del suplicio de la muerte en vida

que arrebata alegrías, esperanzas, sueños

y despoja hasta del barro allá donde el sol una vez les vio nacer.

Una muerte en vida que expolia incluso

el féretro que alojar en la tierra cuando Tánatos priva al alma del finado

hasta de su último aliento.

 

Quisiera oír el canto del ave de la paz

y no su punzante chillido de estertor

por una muerte enervante, inexorable e impostergable

en la soledad de una oscuridad casi imperceptible

en el lado izquierdo de tu cuadro,

el lado donde una vez palpitó un corazón.

 

Poema contenido en el libro Florilegio de una amapola, a publicarse en el mes de julio por la Editorial Papel y Lápiz. 

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3 comentarios en «Guernica»

  1. Una fortaleza increíble en este canto de paz. Asi pues, invocas a toda la fuerza de la mitología, haber si de esa manera se logra el objetivo de tu corazón… Que regrese la paz. Un abrazo ?

  2. Veli, gracias por esa clase de mitología con tu poema, felicitaciones por ese enlace perfecto que te permite jugar y entrelazar las letras para crear un mensaje de paz exquisito.

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