DIVAGACIONES MIENTRAS ESCUCHO VALLENATO
Javier Quiñonez Quiroz
Precisar de antemano que la filosofía es un ejercicio normal, una actividad que los hombres realizan en su cotidianidad, no es en ningún momento sorprendente. Lo que sorprende es que unos cuantos individuos se apropiaron de ella para determinarla y, con ello determinar a los demás, someterlos a sus determinismos teóricos y conceptuales, que tenemos que cargar al parecer por los siglos de los siglos hasta que el sol no alumbre, las mujeres no paran o los hombrecitos no quieran ser soldaditos o mártires de la patria.
Para qué filosofía se preguntaron muchos y respondieron una serie de razones, lógicas por supuesto, con lo cual mostraban la necesidad de la filosofía. Sin embargo, sus respuestas no me convencen porque la realidad en su radical forma de mofarse del deber ser, me demuestra que la filosofía solo tiene su lógica en el deseo de dominio. Me pregunto entonces, qué hacer con ella. Y la verdad no sé, tremenda respuesta socrática.
Quienes se hacen llamar filósofos solo se dedican a trabajar sobre ideas que si bien dan razón de su tiempo y de su espacio, es decir, de su contexto particular, a la luz del presente hay que leerlas desde su precariedad, desde su desentorno. Lo que quiero decir es que los problemas fundamentales del hombre se mutan, se metamorfosean, cambian; por lo tanto, el modo de los hombres de pensar y significar su mundo no puede quedarse atrapado en las redes conceptuales y teóricas de los sistemas y, que la academia protege y salvaguarda como un grial sagrado obra de los bueyes iluminados de la filosofía.
Lo anterior me lleva a ver en estos operarios de los conceptos una relación de homo faber con su entorno desde el cogito. Qué es eso se preguntarán, fácil, los filósofos no son más que meros mecánicos que viven ajustando conceptos, teorías, para que el sistema o sistemas sigan funcionando. Los conceptos, las teorías son las tuercas que viven calibrando constantemente, ellos aman ese carrito viejo, lo viven engallando, lo polinchan y lo sacan a relucir en conferencias y foros de filosofía, pero si lo vemos bien, siguen el mismo status quo, es la misma mujer pero llena de silicona que nos la hacen ver atractiva.
Pues bien, durante la historia de los hombres se nos devela el afán de dominar, de someter por medio de la violencia o de la razón que al fin y al cabo es también violenta en su presunción de universalidad. Un anciano inglés vio que la política debía manejarse desde la ley y la espada; un francés consideró que los hombres que no pensaban no tenían alma y a esos los llamó bestias o bárbaros; un alemán dijo que África era un pueblo sin espíritu por lo tanto sin historia y en ese mismo costal arrojó a la recién nacida América. Como vemos, la razón de la cual se habla es una eurorazón, una eurológica que se impuso a sangre y fuego construyendo en estas tierras lo europeo. A esto es lo que Dussel llama el sistema mundo europeo en nuestras tierras. Pero aquí no paran las cosas, ahora además de los europeos desde hace muchos años ha entrado en nuestro sistema mundo impuesto, la doctrina o mejor la lógica norteamericana con lo cual las capas que cubren la ontología latinoamericana es cada vez más espesa y dura.
Es por esto, que hablar de identidad del pueblo latinoamericano se ha dicho que es imposible, claro que lo es, porque algunos consideran que somos una cultura hibrida. Empero, no se puede hablar de identidad latinoamericana desde el hombre amero – europeo, por la sencilla razón que éste, es producto de un agenciamiento que construyó una subjetividad genuflexa, y una subjetividad no puede ni podrá tener identidad, debido a que la subjetividad se vive llenando de capas constantemente, se hace que los hombres sigan estereotipos, modas, desde la cual la realidad es vista a través de muchos espejos, de allí, que no haya una conciencia activa de los pueblos latinoamericanos.
Nos conducen hacia su lógica de necesariedad de los acontecimientos. La guerra es la partera del mundo, es el argumento central del desarrollo y el progreso económico, por eso se invaden países bajo la consigna de democratizar al pueblo. En la Edad Media, Dios fue el argumento para el crecimiento de los imperios, ahora la democracia toma ese puesto. Y qué hacen los filósofos, limpian y engrasan los conceptos en vez de arrojarlos a la basura, ¿por qué siguen sobando las rodillas artríticas de la razón? ¿Quién dijo que el hombre es racional? Tremenda soberbia, bellaquería filosófica. Yo digo que el hombre es un ser fecal, sí fecal.
En conclusión, el pueblo latinoamericano debe pensar desde la no razón, emanciparse de la lógica europea y norteamericana. Por qué no pensar desde la mierda. Esta es la forma de mostrar que el sistema mundo que nos han impuesto está podrido, que sus conceptos son criminales, violentos, asesinan, masacran. Es por ello por lo que Nietzsche dice que lo único que se ha presenciado en la historia del hombre es sangre y corrida de toros, quizá porque él pensó desde la mierda. Los filósofos latinoamericanos no pueden seguir siendo los esfínteres que la historia y la realidad nos siguen mostrando, no pueden ser los burros trágicos de los que hablaba el filósofo loco de sífilis y de vida.
Del libro Escritos para no ser leídos, próximamente a publicarse por Papel y Lápiz – Casa Editorial
(Curumaní, Colombia) Estudió Filosofía y Letras y Maestría en Filosofía en la Universidad de La Salle. Actualmente es docente de Filosofía en un colegio distrital. Se define como costeño por fortuna, poeta por esencia, filósofo por convicción, maestro por vocación y mamador de gallo por naturaleza. Miembro del colectivo bbc y publicó en el 2019 el libro de poesía Cuatro voces un canto en coautoría.
Homo faber suae quisque fortunae, querido Javier, pero para nosotros, la filosofía debe conducirnos a un delicioso cogito que nos mantenga vivos en medio de la decadencia.