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EMBELECO

Anushka Tereshkova

Tal vez me pasa solo a mí, tal vez a nadie más.

Hoy me he levantado con una palabra resonando en mis oídos, tenía eco y se agrandaba y achicaba como una banda de goma. Sabía su significado, pero me perseguía con insistencia, como si me dijese «úsame, búscame en el diccionario y ponme en un texto, abúsame y tatúame en alguna mente que lea, que se familiarice conmigo y me repita. No dejes que me muera, estoy sintiendo el frio de la muerte»

Fui a buscarla y la usaré en un texto que alude a nuestros primeros tiempos donde los juguetes ordinarios, pero caros, eran un capricho y la abuela decía que eran solo un embeleco.

La encontré en los atardeceres cuando mi madre decía que mi tardanza se debía a ese joven que me llenaba el oído de embelecos sin sustancia alguna.

Y yo recuerdo, por mi parte, como he sido víctima del embeleco de tus primeros parlamentos, de tu estar de acuerdo en todo, de decirme todo lo que yo quería oír, para gustarme, para allanarme el camino a tu corazón. La pasión arrolladora de la coincidencia, el ariete que dejaba la tierra prístina para tirar la semilla. La semilla fecunda, la esperanza cierta del triunfo que, a veces era juguetón, escurridizo, intermitente.

Cuando el deceso brutal de tu sentimiento se agarró de tus tobillos y te llevó rodando a otros caminos, me quedé con mi aporía, pero esa es otra palabra que mañana vamos a rescatar de la muerte.

Me acuerdo del hábito que teníamos de ejercitar nuestras memorias buscando día tras día una palabra nueva, retarnos con los significados, rescatar conceptos, conocimientos… y enfrascarnos en interminables discusiones filosóficas.

No, no podrás olvidarme, aunque lo desees con toda tu alma, aunque encuentres más ofertas en los escaparates baratos de tu vida, aunque te ejercites en la insustancial tarea de gastar tu tiempo en embelecos.

Yo si voy a lograrlo porque estoy sumida en desmadejar mis convicciones, en esta noche llena de fantasmas que se burlan de mí, danzando al ritmo de nuevas palabras que yo debo rescatar cada día sin recordarte. Es un reto, un viaje largo, tal vez sin destino. Pero a mí solo me importa el trayecto, porque sé que al fin de todos mis viajes no estarás esperándome como habíamos soñado. Aunque lleguemos juntos, aunque plantemos la bandera al mismo tiempo, porque no seremos los mismos. El tiempo nos está tallando por separado y ya no voy a conocerte, serás un extraño, con algunas hebras de mí en tus adentros.

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1 comentario en «Embeleco»

  1. Anushka, precioso relato en el que rescatas más de una bella palabra tímida atisbando muy de vez en cuando desde alguna boca o mano escribiendo. (Embeleco, aporía, desmadejar, hebras)

    Cautivas con el hilo del pensamiento y sentimientos conjugados al unísono para hablar del recuerdo y memoria del que una vez se entiende imprescindible para el que escribe, pero ya tan solo nada más que la imagen de lo que uno fue y cómo fue hace mucho tiempo.

    Me encantó el final porque estoy totalmente de acuerdo contigo. Jamás permanecemos iguales, cada día estamos más lejos de lo que fuimos en nuestras percepciones y entendimiento.

    Un abrazo muy fuerte!

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