Quédate con tu rancio pasado

que engulle tus débiles entrañas

y cianótica deja la esperanza de volar

ahogando en quimeras la triste realidad

fustigador sin cesar de la psiquis del cobarde.

Quédate desenterrando tus amores juveniles

los que causaron frustración y dolor

aquellos que opacaron tu belleza

y dejaron cicatrices profusas en el corazón

doblegando sin piedad tu voluntad.

Quédate añorando tu lozanía pueril

aunque el tiempo sabiamente te recuerde

el paso fatal de tu menesterosa vida

y las huellas que dejan marca contundente

de tus fracasos y miedos para vivir.

Quédate anclada en el puerto amargo

del olvido insidioso y anencefálico

donde las olas golpean escatológicamente

la vulnerabilidad del alma marchita

que lograste crear para ti.

Quédate llorando en el excremento de la compasión

que yo sigo soñando sin ataduras

amando la luz de mi pequeña habitación

aquella que alumbra mis desvaríos noctámbulos

y ensancha grandemente mi espíritu libertario.