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CANTOS MEDITERRÁNEOS

Stefanía Di Leo

 

Retrato Rojo

Nace el hombre que siempre se enamora

de las cosas que embellece

con su mirada.

Los impalpables gemidos del alba

agrandan la pasión, la claridad del sentir

se hace vida.

Nada es silencio en esos sutiles abrazos.

Rojo en el rojo.

Y los cantos de ese río desencadenan

un ruido sin iguales.

Un ruido que nos alimenta

un ruido voraz de amor

que nos atrapa, que nos

detiene

encerrados en su celda,

encerrados entre las primeras luces

del admirar muy cerca

que al amar invade

a la frágil quietud de la cama.

 

 

Buceo en las profundidades de mí ser

asciendo lentamente,

como si estuviera mi alma en una jaula

de cristal.

En el agua las imágenes se hacen

sombrías.

Mientras haya palabras;

voy escribiendo, desafiando mi destino,

emergiendo por mi propio impulso,

un sueño, un poema.

Todo nace al amanecer

y termina convirtiéndose en estrella…

Me persigue mi propia sombra,

se apodera de un estado de locura,

los versos van saliendo, sangrantes,

finalmente naufragan en el universo.

Mientras existan palabras, yo escribiré:

del amor y de la vida,

escribiré del día con su madrugada

de los paisajes sin fin en los abismos del mar.

Como un torrente devastador,

buscaré las sombras,

entre la negritud del vivir.

 

Cantos mediterráneos

Canto I

El mar busca las estrellas dentro de los sueños inciertos. Las playas esconden la verdad bajo la arena, una voz cruza mis oídos, y el canto de sirenas acompaña mi tiempo. Tiene prisa la noche. Se aletarga la sangre como madeja de brillo y de ceniza. Instantes encendidos entre olas.

Canto II

Se vuelve melodía el canto. Canto de sirenas por la noche, sueños prohibidos de verano. Se desnuda la luna. Blancas guirnaldas sobre la luz oscura. Claridad dormida en el pecho. Penumbras de ardor y de espera.

Canto III    

Mediterráneo el mar que me rodea. Inestable pasión en la planicie herida. Herencia de mi sangre y de mi sombra. Hebras de luz. El latido de la creciente marejada. Manchas en la rota claridad. La noche enciende su sonoro sigilo bajo el temblor de estrellas ya oxidadas. Mirar el mar es respetar sus fantasmas quietos, amablemente en su vacío, la corriente los recorre como árbitro de la memoria, astuta protectora de mi tormenta íntima.

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1 comentario en «Cantos mediterráneos»

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