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TUS OJOS

Adalberto Camargo Molina

 

La ofensa

De esas estepas guajiras

tristes recuerdos me quedan

allá quedó convertida

mi vida en una leyenda.

 

Quién así hablaba era un viejo

que en el pasar de dos años

removía sus recuerdos

de esos sus tiempos pasados.

 

Me burlaron una hermana

Y por cuestiones de hombría

juré buscar al sinvergüenza

y matarlo cara a cara.

pa “hacerle pagar la ofensa”

 

Cuántas noches de desvelos

meditando mi venganza

lo fui a busca a su casa

pero nunca volví a verlo.

 

El tiempo se fue marchando

y fui olvidando la cosa

hasta que vi a la mocosa

y me gustó ¡qué carajo!

 

Felices fuimos los dos

sin recuerdos que enturbiaran

nuestro cariño sincero.

¡Oh gran castigo del cielo!

Si ustedes imaginaran

era hermana del traidor.

 

Lo supe aquella mañana

en que yo no estaba en casa

y él llegó a visitarla

provocando mí desgracia.

Antes de que a ellos llegara

yo lo vi por la ventana

y renació mí venganza.

 

Entré revólver en mano

a saldar mi vieja cuenta

¡No lo hagas es mi hermano!

Saltó gritando mí amada

y cayó rodando muerta,

ella recibió mí bala.

 

La furia me encegueció

el dolor hirió mí pecho

le disparé a quema ropa

cinco balas en el cuerpo

mi amada también murió

Y yo me quedé deshecho.

 

Desde entonces llevo a cuestas

la gran desgracia en mi alma

para siempre condenada

Por una maldita ofensa.

 

 

Mi pueblo

Pequeño cual lucero en el espacio,

mi pueblo en un paréntesis se encierra

entre arcoíris que brotó el parnaso

entre diamantes que parió la tierra.

 

Se ve risueño entre sus Laureles

que le cobijan cariñosamente

que lo protegen con su sombra verde

y lo abanican cuando calor siente.

 

En un susurro el Ranchería l0 mima

celosamente el San Luís lo cubre

en su Atalaya Santa Rita mira

para que nadie su descanso turbe.

 

Es como un niño en sus primeros años

pura inocencia y de bondad profunda

aún entre fieras se mantiene sano

él es el verbo que tu amor conjuga.

 

 

Tus ojos

En esos ojos tuyos

hay cielo hay infinito,

hay misterio…

hay ansiedad por lo desconocido.

Y cuando estás así,

cerca de mí,

veo música en tu rostro.

¡Que ojos tan divinos!

 

Sería hermoso mirarlos

mientras escribo y pienso,

mientras aprieto,

contra el mío tu pecho.

Mucho mejor sería,

cerrarlos con un beso.

 

En esos tus ojos,

tuna y sol están presentes,

la luz del satélite terrestre,

y los rayos del astro más ardiente

todo eso en tus ojos,

encienden los deseos del más paciente.

 

Tus ojos dejan huellas al mirar,

dibujan el color del horizonte,

no dejes que una lágrima,

marchite el celeste azul del mar,

ni la humedad del llanto,

empañen en tu barco,

tu ruta ni el destino de tu norte.

 

Sí tú me permitieras

viajaríamos por el mundo tú y yo solos,

haría del otoño primaveras,

convertiría en milagros tus antojos,

cambiaría el color de las estrellas

por el brillo esmeralda de tus ojos.

 

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