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LA NADA

Raed Anis Al-Jishi

 

Distribución de cánticos

Mi sangre es un coro de sacerdotes
entonando el himno del renacimiento
encarnando la realidad,
de la viva inmersión en el anhelo.

Y cuando las células ejercen reverencia
los chicos del cielo te abandonan.

Puedes necesitar una nueva cuchilla contaminada
para ser apuñalado por sorpresa,
cuando el tiempo se coagule
y gotees por tus agujeros.

El calor no es una prueba de pulso
y fluir no es un sinónimo de vida.

Elevarse por encima
significa trazar su propia línea roja
en dirección distinta,
no violada por seres del espacio,
ni por el calor de la sal que anhelaba su sangre.

 

 

El primer barro

Busca otra mancha de cieno
para enjuagar interrogantes.

Un pecado de espectáculo
que no absorbe la esencia del agua
del aliento de la gente que pasa,
ni escucha confusiones del polvo en susurros.

El barro tiene trascendente sabiduría.
Penetra en ti cual perenne anzuelo
y endurece como arrugas de un laberinto.

El barro tiene su estilo
estimulando comportamientos de evasión,
accediendo a la espiritualidad de la veracidad
y a su pétreo conocimiento.

Tiene el barro criaturas trepadoras.
Te recuerdan al barro.
Violan con un pulverizador de lenguaje
y te devuelven al barro
cuando penden como uvas halógenas
y te privan de él.

El barro tiene pequeños panes, lámparas nocturnas
resbaladizos ropajes, deseos en forma de globos diminutos

y bolsas de rosas secas.

Roja señal que no pierde el algodón de su color,
un crepúsculo sin cuerpo
ni iluminación.

 

 

La nada

Te liberas de las cuerdas de articulaciones del tiempo
y la meta evade los grilletes de la caída,

para llevar perfección a la creación,
lo que significa que puedes crear impecablemente la nada

y realizar la esencia de mármoles caídos
de los dedos del escultor antes del suicidio.

Resucitar como un bebé en cada parto,
y llegar a un acuerdo con su crecimiento dentro de ti
y el llanto de sus células en cada extensión.

El estado de atracción que se estrecha con el recuerdo
absorbe ligeras arrugas de tu piel.
La oscuridad tiene caminos
que laten en colinas de tus manos.

Se secan como un río de lenguaje,
en el clásico bosque de las palabras.

No hay sombra para la verdad
y la verdad ondea
cual energía de intimidad,
de la coincidencia de las cuerdas.

 

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1 comentario en «La nada»

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