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EL ADIÓS

Magda Liliana Plazas

Loca

Me dijeron loca y sí… debo estar loca, así se les dice a los seres capaces de amar sin medida.

A los que ven lo increíblemente maravilloso en medio del barrizal.

Sí debo estar loca al ver en la simpleza de una flor la grandeza de su belleza.

Cuando veo un atardecer, disfruto sus colores a veces nostálgicos o llenos de alegría.

Cuando rio junto a las carcajadas de un niño o simplemente sola porque me atrapó algún buen recuerdo.

Debo estar loca, cuando me felicito, sermoneo, me impulso a salir de mi zona de confort.

Qué decir cuando canto a todo pulmón, bailo, rio y a escondidas limpio mis lágrimas.

Debo estar irremediablemente loca cuando curo mis heridas, una y mil veces las curo, olvido, oculto, ignoro y lo vuelvo a intentar.

Loca, loca, irremediablemente loca porque a pesar de todo quiero volver a creer, no renuncio, me levanto, sano, curo, ignoro y de nuevo al borde del precipicio lo vuelvo a intentar.

Loca, loca enamorada de la vida y aún con las heridas no quiero dejar de creer en el amor, perdón y olvido.

Sí… Debo estar loca porque solo una loca es capaz de perdonar, olvidar y seguir en la lucha diaria, en no dejar de creer, en no renunciar a pesar del dolor y sufrimiento.

Pero esta loca es un arcoíris, una aurora boreal, un témpano de hielo o la hoguera donde muchos se quieren quemar.

Una loca que aún cree que existe en lo imposible ese grano de mostaza.

Sí, definitivamente debo estar loca.

Carta a un papá ausente

¿Te acuerdas de la primera vez que nos vimos?

Nuestros ojos se quedaron viéndose creando un lazo indestructible.

Tu mano sostuvo la mía y juraste que nunca me abandonarías.

Te acuerdas cómo me protegiste día tras día, cómo me envolviste entre tus brazos, me cantaste al oído suavemente alguna melodía.

Me enseñaste muchas cosas y morías de risa con mis tonterías.

Te acuerdas de los mimos, de las tardes y noches que pasaste conmigo, me cuidaste.

Eras mi héroe, mi super héroe, pero no eras el único porque a tu lado tenías a alguien que era tu apoyo, alguien que conocí primero que a ti, desde mucho antes de nacer, ella es realmente mi heroína.

Eras mi todo y tristemente fuiste tú el primero en romperme el corazón, hacer derramar mares de lágrimas con tú ausencia.

Fuiste tú quien me enseñó lo largo que es la espera, me enseñaste a sentirme sola, me quitaste la ilusión de creer en el amor.

¡Sí! el amor que tú juraste siempre darme lo botaste a la basura. Tú, mi héroe, te convertiste en mi antihéroe.

Me hiciste ver lo guerrera que era ella quien nunca me soltó. Amor, el de ella, firme, leal e infinito.

Ella nunca soltó mi mano, juago mis lágrimas con el más grande de los amores: el amor de mamá.

Tú nos perdiste, tú te perdiste en los brazos de alguien que no te deja ver lo mucho que te amábamos.

Tristemente fuiste tú el primero en romperme el corazón.

El adiós

Tranquilo, ya puedes irte que yo arreglaré el desastre que dejaste.

Me sentaré, tendré una larga charla con tu silencio, trataré de entender el porqué de tantas cosas.

Sanaré mis heridas, las cubriré con los recuerdos que quedaron grabados en mi corazón, tatuados en mi alma.

Tranquilo, ya puedes marcharte sin mirar atrás, no hará falta, en tus pasos siempre habrá un recuerdo del cual no puedas huir.

Te amé tanto que procuré dejar mis huellas en los sitios que tanto frecuentamos hasta en aquellos que no.

Tranquilo. Ya te puedes ir, cuando veas la Luna llena, seguro te acordarás de una loca enamorada qué perdió su norte por amarte a ti.

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2 comentarios en «El adiós»

  1. Todos los que escribimos tenemos un toque de locura y así nos aceptamos, la peor locura es el sindrome de creerse cuerdo, esa no tiene cura, siga escribiendo y lanzando sus poemas al mundo, ellos llegaran a terreno fertil y recogeras cosecha, Dios te siga bendiciendo.

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