En el espejo de la sala se presentó de repente
descubriéndonos la vida, con un guiño de misterio,
estábamos ilusionadas del amor y del ensueño,
a caballo de otros mundos donde todo era perfecto.
Y corríamos contra el viento, desobedeciendo al tiempo
sin pensar en el después, el presente era lo nuestro.
Días fríos y soleados, noches eternas de viento,
nieve impoluta en la calle, nieve borrando el sendero,
esperando la silueta, de quien prometió el regreso
como potros desbocados a darnos amor y sosiego.
Eran tiempos de ternura, de creer en todos los cuentos,
en los que todas las novelas, inspiraban sentimientos
las brisas primaverales, bordaban dorados tiempos.
Y queríamos cumplir, todos nuestros caros sueños
muy lentamente la vida desdibujo aquellos tiempos
y los caminos tan anchos, se volvieron más estrechos
y se secaron las flores, se borraron los senderos
y los sueños por las noches, se fueron desvaneciendo,
y la eterna primavera se volvió un rudo invierno,
donde la soledad estorba de tanto crecer por dentro.
Ya llegó otra primavera, después de un eterno invierno,
estamos lejos, ausentes, sin esperarnos sin vernos,
añejo quedó el amor, la flor marchitó el florero
y la vida se borró de todos esos espejos
que nos guiñaban la vida, con un dejo de misterio
cuando era joven la carne, el pelo era largo al viento
y por las noches la Luna iluminaba el sendero
que traía tu silueta, de noche a paso muy lento,
para vivir ese amor, que solo está en el recuerdo.
Tu poesía, un canto a la nostalgia.
Gracias por regalarnos una partecita de tu corazón.