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Macarena, la niña tímida de los García Garambuena

Anushka Tereshkova

Luego del desengaño con Renata, del que me costó recuperarme y más aún olvidarme, mi espíritu comenzó a bucear por los lugares más intrincados, a hacer cosas locas, a cometer desmanes, a creer que el mundo me debía algo por sufrir tanta humillación.

Por suerte, todo pasa y hay muchas cosas en las que invertí el tiempo estando capacitado y por sobre todo famélico y arruinado. Mi primera idea fue embarcarme en un crucero, como cocinero o administrador o de lo que hiciera falta, esta es una ciudad donde recalan muchos de ellos. No lo conseguí porque no hablaba otros idiomas y porque un nuevo enamoramiento se abrocho a mi corazón parchado.

Macarena, la hija favorita de García Norambuena, el ricachón más renombrado de la ciudad. La pequeña rubia, arisca, malhumorada “piernislargas” debía todas las materias del colegio y su padre estaba bastante molesto con sus calificaciones que, de seguir como iban, la inhabilitarían a ingresar a la universidad que él había soñado para ella.

Me la presentaron una tardecita para que nos pusiéramos de acuerdo y fijar mis honorarios. Era simplemente un hada, un ángel de tez de porcelana, labios obscenamente desafiantes y mirada inocente. Sonreía poco, era muy tímida y hogareña, estaba siempre con la mirada perdida en algún horizonte lejano, elucubrando mil maneras de escabullirse de las ciencias exactas, las humanidades y la biología. Lo que le fascinaba era la literatura, era su punto fuerte y yo traté de explotarlo al máximo.

Sus dieciocho años la tenían sumergida en un romanticismo profundo, en ilusiones y expectativas vanas entre los chicos que la rodeaban. Era una chica de otra época, desencajaba con todos, incluso con su familia opulenta, pues era dueña de una gran sencillez en el vestir y en sus gustos.

Desentonaba con sus congéneres porque solo disfrutaba de los placeres quietos y solitarios, como la música, el dibujo, la escritura, los libros y la astronomía. Nos pasábamos más tiempo hablando de otras cosas, pero cerca del examen nos poníamos a estudiar con frenesí para que su padre viera los buenos resultados que daban mis clases.

Una vez llegué temprano a nuestra cita de todas las tardecitas y me puse a revisar sus apuntes. Descubrí algo que, premonitoriamente, se me cruzó fugaz, pero deseché en el acto.

Macarena había dibujado en todas las tapas de sus libros mi rostro a lápiz, con muchos corazones y frases románticas como epígrafe. Yo sé lo que siente un adolescente cuando se enamora y no es correspondido, es un sufrimiento a fuego lento, es caer en un abismo sin fin, un desasosiego, una tortura.

Pensaba ignorar mi hallazgo y seguir como si nada, pero al terminar mi clase me aproxime a saludarla y ella se acercó a mis labios para despedirse. Tenía un aroma atrayente, una mirada fulgurante y una voz melindros, suave y sensual.

No pude evitarlo, una ráfaga de algo supremo me hizo estrecharla entre mis brazos y besarla, para luego apartarla bruscamente y pedirle perdón. Ella no contestó nada y subió corriendo las escaleras, Sé que esa noche no durmió, porque en mis sueños la veía corriendo, volando y bañándose entre las olas del mar. Si alguien piensa en ti, aparece en tus sueños, me dije.

Cada despedida era un beso y comencé a desear que llegara ese momento, aun a sabiendas de que si nuestra travesura se descubría yo iría como mínimo a parar al hospital, en manos de los matones de García Norambuena.

Macarena progresó ostensiblemente en sus calificaciones, se llenó de conocimientos y, sobre todo, tenía una sonrisa blanca, enorme y contagiosa en sus labios, como nunca.

Al finalizar el año lectivo, su padre le dio la noticia de que había sido aceptada en la universidad en donde la había inscripto y allí fue donde explotó la bomba. Macarena se negó a alejarse de mí y se rebeló ante su familia, se escapó de su casa y se metió en mi departamento para que no hubiera más remedio que… todo lo que se imagina una adolescente que se siente correspondida porque su maestro la besa apasionadamente todas las tardes al despedirse.

—Podemos escaparnos juntos —comenzó diciéndome con ojitos esperanzados.

—¡No Maca!, te espera un futuro fantástico en una ciudad maravillosa, debes hacer lo que te pide tu familia, yo solo fui tu maestro, solo cumplí con mi trabajo y…

—Pero… yo pensé que sentías lo mismo que yo… les dije que no pienso volver a mi casa.

—Tienes que volver, hazlo por mí, pero especialmente por ti, solo son unos pocos meses, luego vienes en vacaciones y yo estaré esperándote —mentí para que accediera a mis ruegos que no tenían efecto alguno en la enamorada muchacha.

—¡Me acompañas? —musitó luego de mis muchos esfuerzos para hacerla entrar en razón.

—¿Crees que tu padre me reciba después de lo que ha ocurrido?

—Tienes razón, me dijo que te mataría, por eso vine aquí y no me va a creer que fueron solo besos, mi padre cree que… —entonces sonó el timbre del portero y bajaron de un auto dos de los hermanos de Macarena, la introdujeron en él y se fueron.

—Más tarde arreglamos cuentas con vos —dijeron y yo me di cuenta de que mis huesos tenían poco tiempo de sostenerme y temblaba como una hoja al viento.

Junté mi ahorro, mi ropa y algunos libros y me marché raudamente para tratar de esquivar de lo inevitable. Lo siguiente que recuerdo es mi larga estadía en un hospital y un boleto aéreo para mi nuevo destino.

Macarena regresó en vacaciones y me presentó a su novio de doble apellido, mientras yo retomaba mis actividades en la isla después de haber fracasado estrepitosamente en mi recorrida por toda la costa como agente inmobiliario, animador de fiestas, guía de turismo y otras actividades menores, poco dignas de mencionarse, pero que sirvieron para solventar mis gastos y sostenerme por unos años, los que dejé pasar para que se olvidara mi “hazaña”.

Hace pocas semanas tuve que llevar algunos documentos a una escribana y la vi, está demasiado hermosa para describirla con mis pobres dotes de escritor, me tiró un beso con el índice y se rió tímidamente mirándome con ternura.

Sigue siendo tímida, pese a ser una abogada muy prestigiosa. Y yo… yo solo fui su primer amor.

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1 comentario en «Macarena, la niña tímida de los García Garambuena»

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