Cronista
Con dificultad, toma el cincel y se dirige a las rocas que se alzan mirando al Oeste como desafiando a ese Sol impávido.
(Formosa, Argentina). Escritora, gestora cultural y videasta, ha publicado 12 libros de cuentos, 1 de dramaturgia, 7 de poesía y 1 novela, además de figurar en antologías nacionales e internacionales; cuenta con publicaciones en diversos periódicos, fue convocada por el Diario Clarín como referente cultural en la colección Argentina Pueblo a Pueblo y por el Consejo Federal de Inversiones (CFI) como exponente de la poesía del nordeste argentino Ha recibido premios nacionales e internacionales, entre ellos el Gran Premio Nacional Leopoldo Marechal (1995), uno de sus libros mereció Faja de Honor de la Asociación de Escritores Argentinos- ADEA (2000), 1er Premio en Poesía, Poetry Contest PEN CLUB PRAHA, World Congress of Poets. (2016). 1er Premio Microrrelatos, 3er Certamen Internacional de Micro Literatura, Editorial Mis Escritos, Buenos Aires, Argentina (2017) y 1er Premio en Poesía Cen Ediciones, Córdoba, Argentina (2019). Presentó su libro Sol de Cobre con el padrinazgo de José María Castiñeira de Dios y su libro Cuentos con Bronca con el de Augusto Roa Bastos. Ha sido traducida al portugués, inglés, chino, mixteco, mongol y bahasa malaysia. Ha conducido y realizado programas de radio y televisión. Es productora ejecutiva de teatro, integrando el Grupo Koembá. Como videasta fue premiada por el Instituto Nacional de Cine (INCAA) y reconocida por la crítica.
Con dificultad, toma el cincel y se dirige a las rocas que se alzan mirando al Oeste como desafiando a ese Sol impávido.
En ese momento recuerdo, tiro al mar mi sonrisa, me despojo de las mariposas que aletean en mi estómago, sacudo el aroma de tu piel y… me deshago en sal.
Años mirando para otro lado, trabajando como loco, viajando para que todos pensaran que no me enteraba. Y todo ese tiempo amándola como un tarado.
Le dije a la gente que se ocuparan de sus propias vidas; pero no, siguieron metiéndose con mi nene. Por eso la policía comenzó a molestarlo y una noche, le metieron una bala en la cabeza y no pasó nada, lo resolvieron con mentiras.
Necesito un pañuelo, esta niebla que obnubila el papel son mis lágrimas. Y no quiero llorar. Ya he llorado demasiado en estos años.
Mordiéndose los labios tenía la impresión que las pretendidas princesas extendían las manitos para consolarla. Pero no. Su llanto, silencioso y doliente, no iba a producir milagro alguno.