¡Nadie dispare, la paz llegó!
En el regocijo de mi conciencia camuflada
en el insomnio para tener a mi enemigo en vigilancia donde mi madre en la madrugada llora preocupada donde mi hija entre
ábanas sueña que la tengo abrazada. desde una sala, un señor de corbata y sin heridas dice: Nadie dispare, la paz llegó.