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Cuento

El mosquito singular

Era tanta su admiración por la sabiduría de ellos que pidió al mesero le permitiera colocarse el delantal y llevar el servicio a estos eruditos, así los escuchaba, los observaba y se preparaba para mejorar su escritura.

El último chamán

El recinto estalló en una gran carcajada que tardó en apaciguarse y, cuando se calmaron, volvió a estallar y así, por tres veces consecutivas dejando a la mitad del alumnado con dolor de estómago y al resto con la mandíbula dislocada…

Cuando nuestras manos se evaporen

De suerte tiene un techo en una vieja estación de servicio tirada al costado de una ruta en ruinas, esas que conectaban un pueblo con otro. Estos también desaparecieron, más bien, se evaporaron, convirtiendo a la ruta en un cadáver de serpiente reseca bajo el sol gigante y rojo del ocaso de los planetas.

Pagamento

Cuando Abelardo Izquierdo tomó el balón entre sus manos se acordó de su Gran Madre, la Sierra Nevada. Hacia allá iba a mandar el balón que rompería las manos del portero rival y la red del arco.

Gratis

Una camioneta desvencijada recorría las callecitas de tierra y un altavoz anunciaba la llegada del parque de diversiones, cada tanto soltaba un puñado de boletos, porque para iniciar sus actuaciones querían reunir a la mayor cantidad de visitantes.

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