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Cuento

Poesía de pinceles y lienzos

Ranjan no podía apartar de su mente la noticia de la trágica violación de ayer en su barrio. El agresor mató a la chica. ¡Cómo es posible que la gente sea tan despiadada! Ranjan no pudo relajarse en absoluto, y no se atrevió a participar en el cotilleo habitual con sus amigos aquella tarde.

La extraña

Abelardo era un muchacho delgado, con acento tolimense, hijo de don Humberto que se dedicaba al cultivo de sorgo y algodón, andaba siempre en una bicicleta, a veces participaba corriendo alguna carrera ciclística.

El viaje

Tejo en horquillas rojas un recuerdo retorcido que reemplaza al llanto caminan a mi vera los fantasmas se recuestan en la almohada una lágrima negra agita los lienzos….

Dimensión espejo

Preocupada, empezó a observar a sus compañeras de estudio que tenían la misma o aproximada edad. ¡No puede ser!, ¡ellas ya están completas! ¿Qué me pasa? Llegó a casa se miró en el espejo y gritó: ¡Este espejo no sirve! ¡Este espejo no sirve!

Aleluya

La tarde de un viernes de agosto de 1958, dejamos colgadas las batas de trabajo y olvidamos los implementos de ciencia para abrirnos paso en la noche de la ciudad. Unos cuantos tragos fueron suficientes para liberarnos de la rigidez.

Atraco

El barbado iba a hablar, pero Joaquín no le dio tiempo: se abalanzó sobre él con evidentes muestras de querer golpearlo. No tuvo más que entregar la cartera, cambió de mano el celular y huyó despavorido.

Aquel sol oscuro

Los guiaste al cementerio de tus propios vecinos, los del linaje Epinayu, aquellos que golpeamos duro en los caminos y que descendemos del venado. Como wayuu olvidaste que estos lugares son sagrados para nosotros porque son las escrituras del territorio…

Habitación blanca

Solo quedó un colchón blanco en medio de la alcoba. Las paredes seguían siendo beige, como lo dispuso la señora, pero en el desenfreno de su desquicia y en la lucha que encarnaba su conciencia con ese lado oscuro que ningún hombre, por muy imbécil que parezca, pretendiera visitar, había logrado conservar el colchón por no aceptar nunca la tradición aborigen de dormir en el suelo.

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