Trinchera
La guerra vulnera el candor del concierto nativo de la selva Inventa tumbas en las trincheras para que no se pierdan los muertos
La guerra vulnera el candor del concierto nativo de la selva Inventa tumbas en las trincheras para que no se pierdan los muertos
Vi una estrella cuando mi mirada escuchaba: había nuevo perfume entre la espuma del mar ya nació una flor recordó la nieve toqué el florilegio primavera desenfrenada.
¿Para qué amargarme por ellos?,
abrazando la existencia apreciando cada latido de mi corazón, disfrutando de una buena charla, un vino junto a esa excelente canción, así que hoy solo decidí ser feliz.
Yo, hijo predilecto, nacido de las lágrimas inenarrables de los adioses, os guardaré en los remiendos eternos de la memoria.
Porque sé que tú la amas, reinventaría el significado de la palabra: amor, para que todo el mundo conozca que sí se puede amar más allá de la distancia, más allá de los límites, de la imaginación.
Soñé con narices ensangrentadas,
me veía como un trofeo para el más valiente. Pero prevaleció el sentido común… Y cada interludio tiene una vida breve.
Cobíjate con la incógnita de tus sentimientos, no llores, no te quejes, nada te falta, cierra bien la puerta, no se filtre el aire húmedo, y te refresque la memoria.
Ha llegado la hora de revolver el silencio, amasar la paz que nos
prodiga la naturaleza, estrechar esperanzas, proteger la espiritualidad y no destruirnos.
Recorro pasajes de oscuridad y escucho voces familiares de inocentes, quienes susurran frases de hipocresía que predicen peleas por herencias inminentes.
Nosotros vemos la luz de estrellas ya desaparecidas de milenios cómo nos llega el fulgor de maestros de los cuáles el cuerpo es polvo ya de milenios disperso en los desiertos del planeta.