El infierno sin culpas
El fuego arde, mientras la violencia ruda de la tierra irritada grita, se mueve y sacude sus entrañas rugosas y ásperas, manos de hombres impotentes que escuchan el silencio,
esperando en la vida.
El fuego arde, mientras la violencia ruda de la tierra irritada grita, se mueve y sacude sus entrañas rugosas y ásperas, manos de hombres impotentes que escuchan el silencio,
esperando en la vida.
Los fusiles encubrieron el anhelo de volver a casa, tras el telón de los valientes se escondió la cobardía del gobierno, se defendió un honor contrario a la humanidad, La lujuria bailó sobre los putrefactos y frígidos cadáveres.
La palabra amor escala la distancia, abre puertas, se desliza ingenua por muros de sueños.
¡Eras tú! Yo tenía los instrumentos, la leña seca, la arena, el mar, la luna, la brisa; Pero llegaste tu y me trajiste todo.
Recógeme la vida dentro del cabello
con el cabello húmedo de tanto secar las lágrimas levítame entre palabras o en fragmentos retórname la niña que fui frente al espejo.
Tu mirada es más profunda y brillante que el firmamento nocturno, lo que estoy viviendo es como estar inmerso en un laberinto sin salida.
Afligidas letanías cantan en los cielos
mezcladas con los indiferentes vientos, sumergidos en la trinchera de la muerte donde solo habitan los cuervos…
Es hora de hablar poco, para que el silencio nos escuche.
Soy espectadora del amanecer en primera fila, y la última en despedirse del sol, cada día. De sur a norte, según el clima, viajo liviana…
Las olas se mueven como mis caderas cangrejos azules se esconden del sol. Con viche celebró por toda mi raza Que hereda su sangre, su lucha y valor. Honrro a los ausentes que dejaron huella. Escucho sus voces como una canción.