Lardus (criatura amorfa)
El gato de Esteban no podía leer mis movimientos, ni mucho menos yo, lograba descifrar sus aullidos o sus gestos; los peces de Coran, ni que decir, solo ojos en medio de colores abigarrados.
El gato de Esteban no podía leer mis movimientos, ni mucho menos yo, lograba descifrar sus aullidos o sus gestos; los peces de Coran, ni que decir, solo ojos en medio de colores abigarrados.
Al llegar a la estación de gasolina, justo al lado del paradero de las busetas Águila, un hombre de unos sesenta y pico de años, con la cara roja y arrugada, de escasos cabellos plateados y prominentes entradas…
No debo enumerar las veces que hiciste tal o cual cosa conmigo ni meter el dedo en la llaga. Solo debo hacer las mismas cosas, sola. Entonces voy al balancín y tú no estás para elevarme; luego voy a la mesa a jugar cartas y no es divertido…
Como buenos campesinos eran optimistas y llevaderos, especialmente por sus buenos corazones y su humildad. Su padre le recalcaba lo importante del estudio generalmente por medio de llamadas telefónicas cortas.
En aquellos ochentas para los meses de junio o diciembre, llegaban de la capital del departamento mis primos y mis primas a pasar unos días en el pueblo, se bajaban en la casa de mi abuela, había bullicio, juegos, regaños y mucha alegría en la vivienda.
Maravilla bajo las aceras calientes te sentabas a reposar y a nuestra casa te invitábamos a entrar. Qué especial árbol de mango que tus cálculos e historias aún deben en él resonar.
Abro la ventana y los acaricio, ellos muy emocionados sueltan lengüetazos, recargan tiernamente sus cabezas en mi regazo, por algunos segundos me miran como si comprendieran mi desánimo, y el amor que siento de ellos es increíble.
Los hombres de Distracción se sintieron pisoteados en su orgullo de “machos guajiros” y después de once largos años de vejámenes y humillaciones decidieron defenderse y defender a sus mujeres.
Junto a mis hermanas crecí viendo a nuestra madre sacrificar su vida para ofrecernos las oportunidades que ella nunca tuvo. Cuando papá murió quedamos desamparadas.
Se trataba de un mal sueño, otra pesadilla, aunque no podía recordar nada. Pasó su mano por el rostro y frotó sus ojos. Observó una mancha difusa sobre la pared que le extrañó