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CAMINOS

Carmen Alicia Pérez

 

ONDAS DEL SILENCIO EN EL ESPEJO


Quién provoca las ondas que se propagan
si solo es mi rostro el que refleja una verdad socavada.
Quién atraviesa el cristal y detiene las ondas
y vuelve a sepultar las palabras
para que no revelen el dolor oculto en las entrañas.
La sombra sostiene el peso de un cuerpo que se rehúsa
y en los sueños un leopardo vigila los pasos del que
duerme.


¿Quién desfigura la imagen en el espejo,
será el eco de una voz que lucha por resurgir?
Revelarse ante esta luna de siglos
es exponer los huesos perdidos, corroídos por el tiempo
es reflejar las sombras de voces ancestrales que imperan
de heridas que cada ciclo desteje a su modo
y ante toda esta certeza que el espejo devela
no existe escapatoria,
no es una puerta que podamos abrir y cerrar
es tiempo y reflejo aterido en un instante
por la palabra que ruge desde la cueva.

 

 

EL HALLAZGO


El hielo empieza a agrietarse
el anciano se hunde y ríe
tiemblan los labios ante el hallazgo
tiembla el cuerpo ante la presencia
del amor gélido en lo profundo.
Allí el hombre se aferra con ansias
al monumento de hielo
y el amor se vuelve agua que acaricia
la piel ajada.


El hombre es tan viejo como el sol
tan antigua es su búsqueda
por la belleza eterna.
Basta cerrar los ojos cada noche
reconocer en cada sueño
la sonrisa tímida de los amantes
el silencio del verso que nace
al adentrarse en el túnel diáfano
de la pupila sensible a la luz de mis ojos.
Basta cerrar los ojos cada noche
para sumergirme como el anciano
en lo profundo del agua helada
y no morir de frío
porque ante mis ojos,
el corazón endurecido se deshiela
sin temor a la tempestad
que siempre se aproxima
sin temor a perdurar
en cada verso del poema que te escribo.

 

 

CAMINOS


Cientos de puertas atravieso
en el puerto, una embarcación de calzados
espera el arribo
A dónde reposar estos pies cansados de caminar,
si bien parece que esta extraña nave
está construida de zapatos desgastados
que otros arrojaron
Duermo transitoriamente sobre ellos
el barco navega a su propio ritmo
la arena cae como cascadas, el agua hace menos ruido
me hundo, despierto sobresaltada,
en mi pecho pesan las preguntas
estoy atrapada en una red
en medio de una represa de agua salada
me abalanzo, en el fondo hay tantos caminos como
zapatos.

 

 

MISHIMA


El meteoro expande su luz
al entrar en la atmosfera,
así, Mishima, el brillo de la espada
agudiza el dolor del filo en el seppuko
al entrar la katana se derrama el fuego
las palabras salen y te carcomen
eres silencio que no yace
derramado por la acción de la imagen
de la voz que trascendió la orilla.
Samurái de la palabra
en ti lo trágico fue el círculo de sangre
en la mitad del telaje blanco de la bandera
en ti la prueba de que el azar
también premedita los destinos
y te forjas en un camino estrecho
entretejido de palabras
de imágenes que pesan
que caen como toneladas en los sueños
y luchas con el peso de las mismas
para no ser aplastado
en esa lucha vencida por las imágenes
se configura el poema de la vida del hombre
cual piedra gigante e inquebrantable
que no refugia la belleza de la carne
es ella en su totalidad, belleza que
perdura intacta a los años y a la historia.

 

 

OTRA FORMA DE MIRAR EL VACÍO


El silencio tiembla en la oquedad
en cada herida que ya es vacío
transfigurada por el peso
que no soporta
¿Es el vacío aljibe en el que te hundes
al compás de una peonza?
¿O agujero que atrae el peso de todo cuerpo
que necesita trasmutar?
Caer no siempre es fenecer
hay vida después del descenso de la semilla
olvidamos que fuimos núcleo
en el vientre materno
vacío en el que la luz se filtra
a pesar de la dureza de la esfera.

 

 

MÚSICA DEL HOMBRE*

«Ahora tienes el mundo y un camino»    

Héctor Rojas Herazo     

 

Música de huesos que se rozan,

gota de agua en hoja seca;

chasquido que anuncia otra lluvia

                                            que no es mía.

Así, el estrépito de unos huesos corroídos,

quizás anuncie el nacimiento de un hombre

                                        que sea más que ruido.

Entre ruido y ruido, como el brillo de un machete en la espesura,

aparece la poesía de la música, camino negado a los ciegos.

En medio de la incertidumbre, de la vastedad del trayecto,

el silencio encapsula una música antigua,

                                                    lumbrera en el poema de las sombras;

para escucharla, el poeta envejece sus oídos,

                                                traduce con sus dedos alguna verdad,

verdad que a veces duele, cansa, reconforta o estremece;

verdad que le indica al poeta que, en cada latido,

en cada pájaro que toca con su pico la ventana,

en cada cuerpo sediento que se profana en otro,

hay una gama de sonidos que configuran la música del hombre;

en medio de esa melodía compleja y antiquísima, la poesía germina.

 

* Primer puesto en la Categoría Adultos, en el Concurso Internacional de Poesía «Manuel Zapata Olivella», Parlamento Internacional de Escritores. Cartagena de Indias 2020.

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