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LA DEMENTE

Lizeth López España

 

En el desierto

En el desierto de la vida

Es cuando aprendemos

A callar.

En ese lugar es limado

Nuestro carácter;

En ese lugar, todo,

Absolutamente todo,

Se transforma.

¿Cuál es mi desierto?

Te preguntarás.

¿Será el duelo o

 la enfermedad?

¿Un fracasado o

profunda tristeza?

Detente, ten paciencia,

Solo Dios y

el tiempo lo dirá.

¿El desierto es

donde empieza

 mi felicidad?

Entonces, pues

llevadme para así,

cantar, reír y gozar.

Me río de insolente

pensar;

Pues solo el que

conoce a Dios

realmente,

Hallará la paz.

Detén tus labios,

Detén tus manos,

Detén tus pies.

Después del desierto

Se mostrará a un

Nuevo ser;

Lleno de virtudes,

Hermoso semblante,

Y buen parecer.

Que iluminará a

Cualquiera,

Que en su sombra

Se cobija.

Después del desierto

Tendrás un nuevo

Amanecer.

Tú solo, confía.

 

 

¡Valiente!

Atado de manos y pies

miro hacia la luna

Y ella tímida se esconde.

 

Sin fuerzas amanece

Y un rayo de sol

Toca mi piel y me recuerda,

Que aún vivo.

 

¿Qué hago?

¿Quién podrá soltar

Estos lazos que me

Lastiman?

 

Pájaros tocan mi ventana

Y me fastidian con su sonido;

¡Callad!  ¡Callad!

¿No veis que estoy atado?

 

Airado les grito;

Y sin darme cuenta

Estoy tirado en el piso.

 

¿Qué es esto Dios mío?

¿Te has olvidado de mí?

Lágrimas corren como

Lluvia en tiempo de verano;

Se desangra mi alma…

 

Luego un viento fuerte,

Como acto sobrenatural,

Acaricia mis mejillas y

Me doy cuenta que

Estoy libre.

¡Que soy valiente!

 

Cual águila se esconde

En lo más alto;

Para ser procesada

E iniciar luego,

Una nueva batalla.

 

 

Difunto pasado

Flores para lo inevitable,

Para el beso del ayer;

Cuyo acto quemaba

Mis labios y

Suspiros desbordaba

Sin medida.

 

Flores para aquella

Sonrisa que hacía

Volar mi alma.

Para esa caricia

Que paralizaba

Mi respiración y

Aumentaba mis

Latidos.

 

¡Oh! Alma mía,

Despide con denuedo

ese olor que despertaba

Mis sentidos;

Y me hacía temblar.

Suelta vida mía

Ese ayer que tanto

Te atormenta,

Que no te deja

Creer en ti, y

En el amor.

 

Flores para esa voz

Que trasnochaba

En pensamientos,

Idealizando un

Futuro que nunca

Fue, ni existió.

 

¡Oh! alma mía,

Vive una vez más.

 

 

La demente

Corre sin vacilar,

La que en silencio;

Ríe y llora,

Cuya alma siente

Y así mismo se

Asombra

La que muchos

Llaman:

¡La demente!

 

Tal vez falta de amor

Y quien pocas veces

Contempla la luz de

La aurora, y quien en el

Anonimato cree

Alcanzar grandeza y honra

Pero en realidad,

Al verse…

Tiene harapos

Y pocos zapatos.

Esa es ella:

La demente.

 

¿Qué le pasa?, ¿por qué es así?

Grita el mundo y la señala.

Ella sufre y se maquilla;

Para sonreírle a la vida,

Que le ha dado tanto

Y a la vez nada.

¡Sí, sepan todos!

Que existe una mujer bella:

La demente.

 

Con pastillas en la mano,

Para vivir soñando,

Un mundo lejos y,

Al mismo tiempo cercano

Vive quien tiene letras,

Quien siente

Que la han olvidado

Esa es ella:

La demente.

 

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5 comentarios en «La demente»

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