A un sauce llorón
Se me hace tan difícil
vivir ese futuro
tan lúgubre y miedoso
¡como es la eternidad!
Parece un imposible,
dormir en una fosa,
sin tiempo; sin tristezas;
sin lágrimas ni besos;
¡pero es la realidad!
Hoy que vuelvo los ojos y enciendo el pensamiento,
con la llama benigna que alumbra
la razón,
tengo el alma deshecha por un
presentimiento
y es que ayer me contaron lo de un Sauce
Llorón.
¿Por quién llora y retuerce?
En las noches sin luna, preñadas de
amarguras,
los gemidos cortados se escuchan tiritar
y son tantos y tantos, que añejas
sepulturas,
se levantan y en coro se ponen a
llorar.
O cuando la borrasca le agita enfurecida
su tupido follaje sin que haya compasión,
agacha su ramaje cual madre enternecida
y a quien está en la fosa, le arropa el corazón.
Más, si el manto bordado de una noche
abrileña,
invade el campo santo de silencio y de paz
pareciera que el sauce, reposa, duerme y sueña,
con la brisa nocturna que refresca sus hojas.
Ese sauce querido que guarda el cementerio,
relataba un amigo, con místico dolor,
se levanta en la tumba, cundido de misterio,
porque allí está enterrado, dormido un leñador.
Bendito seas. ¡Oh! Sauce que llevas en
tus venas
la esquiva trayectoria de la fidelidad;
que compartes entero, las dichas y las penas
de aquel que se amamanta de negra soledad.
Cali 1958
Excelente, la palabra es infinita para expresar nuestros sentimientos.