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EL COLOR DE LA PIEL

Roberto Bianchi

 

EL HOMBRE

Y el hombre, pobrecito…   

César Vallejo   

 

La venturosa imagen

ahora tan virtual

tan anodina

como la contramarcha

de cabales derechos

manoseada en los medios

vergonzosas covachas

de los más deleznables

que aturden con sus redes

de falsos predicadores

a los desorientados

ignorantes

de un modo o de otro.

 

La imagen despreciada

de la mujer que presta su candidez

para verse en la tele

tal vez un único momento

de sentirse importante

y exhibe

la desnudez desmenuzada de su vida.

El pobre humano

que por cierto es humilde

se retuerce en su lodo

cual una burbuja se revienta

mendiga las migajas de la espera

los segundos del hambre

la peregrina duda

y el torrente de sombras.

 

Total

de los millones que habitamos

esta nave espacial

se puede descartar la mayoría

baste que los selectos

se sienten en sus tronos

y dicten las reglas regresivas

de su efímero reino.

 

 

LEGENDARIO

Estás en plenitud

el hormigueo

arrítmico

vendaval de un instante

pendenciero y mordaz

cuando el perfume

y la inmediatez

de piel ardiente

en una cima

parte el agua

y el término.

 

Imaginas que no tienes edad

no sabes si no es tiempo

como que no tienes prisa

sigues viendo cielo

y está límpido

huele a tierra fértil

miras tan de cerca

aquel fuego

que en un volcar

de alas sin sosiego

la humedad se desliza.

 

 

EL COLOR DE LA PIEL

Es maleza el hirsuto vello deslucido

del obrador del crimen

en su gigantesco dominar

como un demonio blanco

atormentado

por quien sabe qué guerra

de las tantas insertas en sus venas

basta ver todos los días

las series monstruosas

que se exhiben tal cual fuesen

arte o comunión

basta recordar alguno

de los tantos crímenes

sin el santo y seña

sin la mínima piedad

que nos inyectan por los ojos

y por las cicatrices

no es precisamente un hecho

fuera de lo común

tal vez tuvo más saña

la crueldad de las cruces ardiendo

las hordas encapuchadas

que asolaban la noche

desenvuelta en horcas

el color de la piel

es moneda de juego

en que siempre se pierde.

 

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