Hay lunas que habitan firmamentos
y acompañan a la estrella en noches de pasado.
Otras, ocultan en su espalda misterios
y hechizan a los hombres para volverlos fieras.
Hay lunas que engañan al ingenuo con su luz prestada
y otras que guardan suspiros en su polvo
o que mueven mares o acortan días.
Pero hay una luna de otra especie y de otro modo
que nace de piel y de sonrisas,
que no mengua ni en lluvia ni en silencios
y, aunque nueva, permanece siempre al ojo.
Luna sin desierto, sin volcán apagado o huella inerte;
no orbita ni es satélite
ni simple roca en el vacío.
Luna más acá del tiempo
atrayendo como imán sueños y enjundias
para volverlos caos y alterar sus vuelos y sus sustancias.
Luna Lya, con brillo y viento propios
que entra a mi mundo el primero y quinto mes.
¡Hermoso poema! Dicho de manera sublime, la luna ha provocado en el ser humano, algunas ocasiones, el removimiento o transformación de las emociones más instintivas. Gracias por su aportación.