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LA FLOR DEL MIRLO

Abel Rivera García

 

De la Ipomea Pes-caprae (campanita enredadera),
he sembrado un ejemplar de las más hermosas flores
matizadas de colores: blanco, violeta y azul;
esperando que un mañana florezca con profusión
y adorne con su belleza, de mi casa el ventanal.
Ha crecido en la matera con mis arrullos y mimos
con piropos y mis cantos de hortícola enamorado,
iluminación, buen abono y agua al tiempo;
como una dama altanera, verde y vigorosa prospera
serpenteando entre barrotes se entrelaza en mi ventana.

¡Ah, qué cosas tiene la vida! Un mirlo negro azulado
de ella se ha enamorado, y se acerca cada día
con su canto angelical de ninfa primaveral;
con un amor tan profundo y con ansias tan intensas,
que, con su pico aguzado, la besa enloquecido,
y uno tras otro, de sus tiernos brotes foliares
frenético degusta con una gran emoción,
y entre trinos y gorjeos anuncia el amanecer.

Hoy, consternado me encuentro; ¡juro no sé qué hacer!
Encrucijadas de vida que el hombre debe tener:
o espanto con bulla el mirlo y olvido su dulce canto,
o dejo mi planta crecer con tan preciosos colores
y la más dulce fragancia de aquella silvestre flor.

 

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1 comentario en «La flor de Mirlo»

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