EN EL ALFEIZAR
Diego Fernando Gutierrez
SIMIENTE
Creo que el sexo es poesía,
creo que tu desnudez
son los versos que se destilan
como clorofila sobre mi piel,
me da color, rostro
no verde.
Y somos luz, resplandecemos el amor,
trenzando los cuerpos,
una vez fingir odiarnos
por reveses de pugnas,
nos dio vuelta la historia
y nos vemos yuxtapuestos ahora,
por troncos y ramajes que atravesamos,
aceptamos condiciones.
El sexo no antecede al amor,
pero por esencia y cordura
se toman de la mano.
Creo que el sexo es poesía,
pues todo termina con la última
eyaculación de estribillos
que en tu cuerpo se anidan como fuente.
LA MUJER Y EL CONTAGIO
En plena cuarentena,
pinto los humedales de esta cripta,
aposento que fue una vez
un pájaro macilento,
una gastritis que ahogaba las voces,
lastima los esfínteres.
Todas las puertas
todas las fronteras
abundadas de deseos,
largos recuerdos
que se descubren en la oscuridad.
“Oscuridad y escrúpulo”
El silencio evaporó sucesos y provocaciones
que buscaron esperanza en pequeñas ventanas,
y en aquellas persianas
y por sórdidos tragaluces
fueron desalojados y quebrantados,
por, según el destino, el karma,
a nadie le gustó la idea,
pero al final el parqués destrozó el corazón
que acaparaban los matices
en un encierro,
donde los libros sobre empolvados
reditúan quehaceres.
En plena crisis,
con el hocico hambriento.
En pleno cuerpo vacío.
EN EL ALFEIZAR
Después de todo, de tanto exhalar las escaleras
de suspirar en los rellanos, de volver a empezar,
y sucumbir a las voces, a los problemas que me atropellan.
Evidentemente,
crece un llanto, baja desprevenida a un paseo,
al desaire del espacio vericueto,
un rostro, una imagen pueril
pero algo ladeada.
Anacrónicas vehemencias
musicales,
y de posturas
baldadas como de un hombre
que ha llegado al final del camino,
simples caprichos y un espacio,
exclusivo para la soledad.
El cuerpo reposado en la ventana
que divisa el descontrol de la ciudad,
el ir y venir de alaridos,
una guerra social
entre desconocidos,
una oferta y demanda al desborde
se configura en los mercados,
un discurrir en las orillas
con familias regocijadas en la burguesía,
de peatones delirando
en la súplica, o sobreviviendo
en la somnolencia entre el cartón y el barro.
Es un billar
unas esferas que corren despabiladas
para llegar a sus troneras
y someterse al refugio,
veo en sus interacciones
una impaciencia que los domina,
me agota, consideradamente, prevalecer en esa realidad,
solo paso esta tarde ociosa,
revisando al mundo en sus precipitaciones.
Hay días en que la juventud no tiene precio ni oficio
Hay días en que la juventud duerme en un alma decadente.
Aquí en la soledad,
sentado en el revestimiento maternal,
meditando sobre encuentros
que se disiparon por entre la neblina,
con una vagancia
como la de los dioses de la burocracia,
cansado hasta de uno mismo
por no soltar las piernas
como cuando era un niño sin descarga,
cansado de la noche,
la noche con una bombilla en las nubes,
cansado de que el mundo
dé las mismas vueltas en la órbita,
y no viaje a nuevas dimensiones
cansado de lo inmundo de la vida,
cansado del bullicio de los pueblos
y de las figuras públicas,
cansado de esta ubicuidad del virus
que nos tiene en jaque.
Miro aún a la gente necesitada,
cruzar el pavimento de la 3-27,
miro la esperanza en la inocencia del niño,
escruto la incertidumbre del adulto,
observo la agitación furtiva del anciano.
Aquí con la paz de acopio
una modorra sosegada sin desvelo
Con el frío y la pequeña
ventisca que percute en la ventana.
Me gusta el alfeizar
no tendría otra manera
de comunicarme con el mundo.
MELANCHOLIC AND DRUNK
Sé que aquel lapso tiempo
fue un viaje de aflicción,
quebrantando el júbilo con fantasmas.
Hoy es una neblina imborrable,
sé que estamos distantes
y no es sencillo construir un falso olvido.
Pero… no apagues tus senderos
duerme/suéñame quizá,
perfila tu camino,
o decisivamente embriágate de mis pecados
con frágiles lagrimas
que desembocan de tus parpados.
Frustrado al borde del precipicio,
he perdido la angustia,
he cegado el temor al vértigo,
porque me ha arrastrado
este parásito, este puto pretexto.
¿Que cuál, amor?
La espuma de tu impureza,
tu maldita adicción a la existencia
hecha licor.
Así fracaso mis soles
venerando tus lunas.







(Ipiales, Colombia, 2001). Estudiante de Filosofía y Letras en la Universidad de Nariño. Ha publicado textos de poesía y narración en las antologías: Pinceles, prosas y poemas al viento. Poemas bárbaros, hijos del chapil. Escritos de Cuarentena, Letras para salvar el pellejo.
Se deslizan los ojos en busca del siguiente verso despertando el interés del lector. Buena poesía. Se percibe la realidad que estamos viviendo en el poema: «La Mujer y el Contagio» Felicitaciones Diego.