SONÁMBULA LA BAILARINA
La bailarina sonámbula lleva los ojos abiertos, curados de viche.
Como si fuera una llorona loca
Susana soca
Susana San Juan
despojada de sí
misma es más bien, digo yo, una usurpadora del ritmo de su madre.
Quienes todavía se cruzan con ella
rincón oscuro de las madrugadas heladas
revulu de hombres abatidos y de jóvenes apurados,
saben que no miento.
¿Hablo conmigo mismo como si estuviera hablando con ella?
contigo
esfinge solitaria patinadora mocha fañosa
saltimbanquiaodora acompasada perra de los dioses muertos: bailarina sonámbula.
No te vistes de seda ni a la moda ni ciñes adornos de Menina fatal.
Tu pelo corto, tus gafas caídas, tus largas bufandas que colgaban de la silla,
no alcanzaban a decir nada de ti
era tu corsé interior el que te definía
como buena mujer bogotana de abolengos coloniales
descendiente de vascos mercaderes que en estas tierras se enriquecieron.
Judía o mora o las dos mora Morita Mora la la la Ladina
Dima,
como un lamento guajiro de contrabando apretujado bajo los rieles del tranvía quemado.
El origen, tu origen, es traqueteo de bueyes cansados, de mulas embarradas, de fango, fango fango.
Sabes que estoy hablando de ti en voz alta. ¿Te chocará cuando me escuches?
Tintineo de copas de fondo acompañan este ron roneo,
seguidilla de flashes de la memoria azotan, el tiempo que se disuelve,
lenta y a la vez presurosamente
como la escarcha de los viejos nevecones que no se desfrizaban solos,
a los que había que apurar manualmente, cincelarlos con cuidado,
evitando que el gas saturnal se escapara de su eterno cautiverio entre los hombres.
Así como hay ladrones del fuego, los hay del hielo. Los del fuego buscan la libertad, los del hielo el olvido.
Los desfrizadores somos parias, animales malditos,
ratas de laboratorio que roen las partidas de matrimonio de las notarias.
Ronroneadores del run run: rinrines congelados.
Las sílabas se me pegan a la lengua seca.
Dejaré de dictar un momento (…), salud, brinda conmigo por los muertos,
nosotros, tomate este viche curado conmigo bailarina sonámbula.
Mi voz ahora es ronca.
Quizá no la reconocerías si me escuchas
A estas horas, buscando quién nos desfrice,
a los ropavejeros tullidos, nos toca encomendarnos a San Felipe,
el santo de los no madrugadores,
de las gentes de poca fe que no creen que al que madruga Dios le ayuda.
Rompe saraguey.
Rompe. Digo rompe, no digo suelta como en otros tiempos
cuando conocí a la bailarina.
Ya lo sé, no le hablo a la misma persona,
ya no tienes el pelo corto ni tus gafas cuelgan ni usas bufandas.
Eres más ligera ahora.
Gracias también por tu poesía.