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LLANTO

Jesús "Chucho" Peña

 

Fosa

Solloza la guerra cebando sus muertos

sin nombre, sin cruz y sin duelo

en el clandestino huerto santo

en la falda de la montaña.

 

La guerra achica los ojos para no espantarse

engendró desalmados hombres

de fuego y de piedra podrida

forjados en volcanes de miseria

nutridos en la parca de la noche.

 

La guerra reposa en su trinchera

sumerge su deshumanizada alma

en la fosa común de los olvidados

para advertir el llanto de Dios

en el corazón de los niños.

 

 

Enconos

Parpadeo sosegado de la vida

que muere en el soplo de la guerra

sin dolor y sin tristeza.

 

Fantasía extendida

en dientes afilados

arrancados de enconos de guerra

como almas ensombrecidas.

 

El canto rojo de una paloma blanca

suspira su muerte en la espina de una rosa

disipando la inocencia de la rebelión

que murió en otras pestes.

 

 

Llanto del cielo

La guerra mató con los ojos cerrados

desfigura los horizontes nativos

encoge la vida de los mortales

extiende el titubeo de los días

fractura el corazón de los ancianos.

 

Palidece la mueca del sol

oculta en las murallas del miedo

cubiertas con las sombras de su dolor

encubriendo el oro de sus ojos

que la tierra atesora con recelo.

 

La guerra ahogó la voz del labriego

que contaban cuentos a los niños

entonces el cielo llora cada vez que puede

en silencio con pausa, como si le diera pena

mojar al soldado que agoniza

en la guerra que no es suya.

 

 

Ausentes

Los desaparecidos

se van desdibujando

en los ojos secos

que los otoños van dejando

en los recuerdos del sol.

 

Desaparecido y des-asombrado

naufraga su cuerpo

en la mar desconocida

ausente de sombras y suspiro

traicionado por los dioses y su cielo.

 

Los desaparecidos inventan guardias

caminan sonámbulos en su angustia

acogen tempestades negras en su alma

desatan inaccesibles ideologías

que dejan eternas cicatrices.

 

 

Llanto

Chispa de colores verdes

juguetean en los ojos de una paloma blanca

detrás de la afligida batalla nocturna

bajo el cielo oscuro colmado de muerte

atormentando la angustia de los niños.

 

Es triste morar en la incertidumbre

con los ojos abatidos que no saben qué decir

cuando mercan los sueños de los humildes

se quejan los niños henchidos de dudas

después de todo

el alma se purifica en cada lágrima de sangre.

 

Se vierten las madres por los hijos perdidos

como una magdalena en un campo santo

o como una torcaza en su nido vacío

donde huyen las palomas blancas

que se hicieron buitres por hambre y poder.

 

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