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SOL

Luis CampoElíaz

 

HE LLORADO

He llorado a rabiar, a borbotones,

cántaros generosos he llorado,

como el cielo abierto, desparramado,

hinchado de los nimbos nubarrones.

Como Ariguaní bravo y desbocado

que aniega la sabana e inunda playones.

 

He llorado tanto, tanto en la vida

que la lacustre esponja de San Marcos

clama mi lloro, suplica a mi ánimo parco:

Llora pronto, que los peces en grida

ven cómo se aprietan en un charco

lo que era un claustro de agua contenida.

 

He llorado el caudal del Cesar crecido,

que en San Martín el bahareque desploma

sólo en las copas los nidos de palomas:

el agua empareja al horizonte ceñido

que aprieta al infinito confín perdido

cuando el anaranjado ocaso se asoma.

 

 

ADIÓS

Adiós para siempre, dolido

levo anclas a otro puerto.

Tu poeta se ha muerto,

para otra ha nacido.

 

Aquellos versos que tenían tu huella,

—tenían, conjugado en pasado—

otrora con tu nombre tallado

ya no son tuyos, pertenecen a ella.

 

 

EL DOMINÓ DE MI VIDA

La suerte, en el dominó de la vida,

me tira la ficha con firme ahínco.

¡Paso! Y gritando maldigo, brinco,

soñaba meter las fichas corridas.

Y así, amalayando en la partida,

queda en mis manos un full de cinco.

 

También, a veces, me llega la traba

con doble blanco en la mano ceñida.

Apuran. Me río. ¡Mía es la partida!

Cuando amenaza que todo se acaba

la suerte me escupe, suena su aldaba:

Cuando no tengo qué perder en la vida.

 

 

TE ESTOY ESPERANDO

Papá estás demorado.

Ven, apura ¡rápido papá!

Me traes pancito hojaldrado

y unas peritas a mamá.

 

¿Papá, ya llegaste a casa?

Traes la leche y quesito,

para cenar, pan blandito

y chocolate en taza.

 

Papá, te estoy esperando,

¡Te estoy esperando, papá!

Le voy a dar quejas a mamá

de que te estás demorando.

 

¡Papá, te amo mucho papá!

 

 

SOL

La alborada está silente

en la modorra nocturna

y entre neblinas se enturna

el astro rey prominente.

 

La bruma huye pavorida,

lame su ondeante torso

el sol que se le ahínca al dorso

la destierra en su cruenta huida.

 

Ahora Helios domina el confín,

señor de pampa y sabana,

todo en la amplitud de su gana

vive o muere, labra su fin.

 

Declinando hacia el poniente,

y obstinado su majestad,

riñe, contra su voluntad

lo hala el ocaso inminente.

 

Espera la gris plateada.

para ahora encumbrarse ella

en el trono que la estrella

le cede hasta la alborada.

 

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2 comentarios en «Sol»

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