¿Por qué la gente piensa que soy bruta e ignorante solo porque trabajo con las manos? Hablan y chismorrean, sentenciando mi vida como si la conocieran, como si supieran… Como si una fuera de piedra, como si no doliera. Debe ser porque fabrico simples mermeladas, no esas cosas de metal y de piedra, tan a la moda, tan caras. Yo puedo hacer dulces, como me enseñara mi abuela. Lo único que tengo es la quinta de frutales que me dejó mi padre y mi voluntad. Esa voluntad que casi desapareció cuando mi hombre me dejó sola con un bebé de cuatro meses. Con estas manos junto la leña, cosecho y preparo la fruta, revuelvo y revuelvo el jarabe mientras mis ojos lloran por el humo y por la pena. Nada más tengo, mis artesanías y mi hijo…

Hace unos dos meses me enteré de que estaban hablando mal de mi hijo. Mala gente. Él está de vuelta conmigo desde hace más de un año; está saliendo de algo feo, como muchos los hijos de todos esos que difaman. Él salía a recorrer el barrio porque necesitaba caminar y buscaba trabajo. Ya no se drogaba, y mucho menos, robaba. Nunca robó estando sin drogas, las cosas que hizo en aquellas épocas… Él no era él mismo, pero se alejó de eso y vino conmigo para limpiarse y lo logró.

Le dije a la gente que se ocuparan de sus propias vidas; pero no, siguieron metiéndose con mi nene. Por eso la policía comenzó a molestarlo y una noche, le metieron una bala en la cabeza y no pasó nada, lo resolvieron con mentiras. Yo ni siquiera pude llorar, tampoco culpo a la policía, es esta mala gente que tiene el alma y la boca sucia.

Ahora callo la boca y los oídos; bajo la mirada y trago mis lágrimas. Solamente soy una bruta e ignorante artesana que sostiene su puesto en la feria. La gente de este pequeño barrio, en esta pequeña ciudad, sigue hablando y sigue chismorreando como si me conocieran… sin siquiera saber… que las mermeladas, mis mermeladas, llevan el toque dulce del almíbar y grandes cantidades de cicuta.