Saltar al contenido

TODO EN LA NADA

Elbert Romero Barrios

 

Par de cristalinas copas eran adornos

en la rústica mesa, burbujeantes gotas

de champagne al interior caían; ¡rebosantes!

Vertían los bordes como silenciosas cascadas

fluyendo el éxtasis del sueño esperado. 

 

Chispeantes pizcas saltaban

cruzándose en el espacio ante miradas

ansiosas de dos seres en espera,

el uno, de muchas preguntas,

mientras el otro, en espera de una respuesta.

 

Lo anhelado ocurrió, la felicidad invadió el ambiente, 

dos copas al aire impulsadas, el frágil sonido al chocar

perpetuaron el eco de ondas peregrinas,

al compás de miradas que, entre sonrisas,

pacto de floreciente relación sellaban.

 

Sorbo tras sorbo paladeaban

mieles de infinito amor,

no disminuía el contenido de cada copa

 a pesar de la avidez con que labios impetuosos

en vano trataban de sofocar

incandescentes pavesas

 avivadas con amorosos susurros.

 

Desacertado movimiento fracturó

el frágil y cristalino cáliz, por cada fisura

escapaba poco a poco el champagne de la fe,

Penumbras borrascosas debilitaron

el sacro y efímero pacto.

 

Cristalinas copas manchadas por el tizne de la duda

dejaron escapar furtivas gotas diluidas en el viento,

a la vera, rastros y cenizas de pétalos machitos,

pétalos inertes, ni el ímpetu de mil primaveras

jamás podrían revivir simientes de la voraz perfidia.

 

1 estrella2 estrellas3 estrellas4 estrellas5 estrellas (1 votos, promedio: 3,00 de 5)
Cargando...

2 comentarios en «Todo en la nada»

Déjanos tu comentario