Mis consideraciones sobre la obra de Tito Balestra
Creo que Tito Balestra fue un poeta de sátiras y aforismos, con el toque y la escritura de un gran poeta, sobre todo cuando dejaba correr en su pluma la melancolía por el tiempo pasado y futuro.
El libro que tengo entre las manos «Se hai una montagna di neve tienila all’ombra» (Si tienes una montaña de nieve, mantenla en la sombra) es ya un aforismo poético evocativo. En este libro el poeta domina sus propias imágenes ilógicas, traza su visión del arte de vivir, entre un equilibrio inestable, debido a los golpes de la vida y a una cierta insatisfacción que lo empujó a buscar los aspectos más sorprendentes y preciosos escondidos en los pliegues de la existencia. En sus pensamientos se recoge el mensaje de cómo «un hombre pueda ser feliz, con sólo leer libros y dedicarse a la reflexión/contemplación con una copa de vino», es así que Tito muestra la habilidad con la que, a pesar de todo, mantiene el equilibrio. En los versos del poeta se puede observar como ama las cosas sencillas, como sabe darle valor a cada momento de la vida. Sin embargo, su escritura parece surcada de venas que nutren la melancolía. «Melancolía» que también revela aburrimiento.
Es así que Tito Balestra, no es solo un poeta, es un esteta que sabe dibujar la parte más profunda de su alma, es capaz, con muy pocos rasgos, lábiles y débiles, pero vigorosamente repetidos, ilustrar su dictado interior, retener en la exploración de los recuerdos paisajes, aunque sean de desvanecimiento. Su poética sabe dibujar espléndidamente retratos sin nada, con pocos atributos, con pocas aliteraciones que sirven de vínculo con hechos que llevan a un momento sin tiempo y así crear su autorretrato.
Balestra escribe poemas como si estuviera mirando a través de una lupa, lo que hace que los objetos extraños que observa se acerquen a él. En particular, cabe señalar que los adjetivos calificativos, aunque pocos, suelen presentarse de dos en dos: «claro y distraído», «largo y astuto», «vidente y muy curioso», todos ellos referidos a los ojos, o «caliente y cocido», «ocupados y tontos» y sirven para aclarar el aspecto psicológico de las personas, que no se presentan nunca en el mismo modo y reúnen en los comportamientos tractos de ambivalencia.
Y así continúa “Distraída y mezquina” son los pensamientos del espléndido poema «Una voragine il tempo».
Los pasos del pensamiento de Tito Balestra se reconocen en la metáfora que se hace mediadora de la imagen, vista como centro y germen de toda realidad que presenta dualismos de posibilidades. La poesía tiene, sí, una finalidad en sí misma, pero su finalidad lo abarca todo. Es así como, a causa de la validez intrínseca de sus creaciones y hallazgos, el poeta intentó conjurar la ausencia de finalidad. Los versos del poeta rompen con todo casualismo, irrumpen como una inexplicable explosión de anunciación, donde la metáfora sencilla va hacia la imagen que se vuelve el centro de las posibilidades.