Virgen
He tenido más de un centenar de hombres en mi lecho.
He besado tantos labios que es difícil recordar cuántos.
Muchas manos han acariciado mi cuerpo. Algunos con rudeza, otros con sutileza, pero siempre con la misma intención.
Mi cuerpo ha sido el refugio para el menesteroso, el hambriento y el inconforme.
Los sueños ya no hacen parte de mi futuro, solo la noche es la que espero para seguir siendo el vaso que se rebosó sin estar lleno.
Amar es solo una palabra de cuatro letras y no significa nada.
Soy virgen aun cuando mi cuerpo ha sido profanado de día y de noche.
Sí, soy puta, pero nadie me ha quitado la inocencia.
Esa misma que me hace recordar que este cuerpo no me pertenece.
Que antes de salir del vientre de mi madre, ya estaba escrito mi destino.
Soy una ramera igual que ella.
Soy virgen.
Y dejar de serlo no es quebrantar la integridad de un himen.
Es crecer pensando que mi cuerpo es de todos. Que las muñecas y la loza de juguete son lujos de otras niñas, de otros mundos.
Es despertar cada mañana, dispuesta a ser manoseada y saber que es tan normal como respirar.
Sí, a pesar de ser alimento para el lujurioso y el infiel, soy virgen. Porque nunca nadie me explicó qué significa ser prostituta.
Bellos poemas, Johanna. Te felicito